La idea según la
cual: la materia y sus manifestaciones Proteicas son la fuente y el origen del mal y del dolor universal, es
muy antigua, aunque Gautama Buda fue el primero en brindarle su expresión definida. Sin embargo, el
reformador indo, ¡seguramente nunca se propuso de convertirla en el asidero al cual el pesimista
moderno pudiese aferrarse, ni en un clavo al que el materialista pudiera colgarle sus doctrinas
tergiversadas y deletéreas! El Sabio y Filósofo, que se sacrificó por la Humanidad, viviendo por ella a fin
de salvarla, enseñando a las personas a ver en la existencia sensual de la materia, únicamente la miseria,
nunca pensó, en su profunda mente filosófica, en ofrecer una recompensa por el suicidio. Sus esfuerzos consistían en liberar a la humanidad del vínculo demasiado fuerte hacia la vida, que es la causa principal del Egoísmo y por ende, el creador del dolor y del sufrimiento recíproco. En su caso personal, Buda nos ha dejado un ejemplo de fortaleza a seguir: vivir la vida sin huir de ella. Su doctrina muestra el mal inmanente, no en la materia, que es eterna, sino en las ilusiones que crea a través de los cambios y transformaciones de la materia generadora de vida, porque estos cambios son condicionados y esta existencia es efímera. Al mismo tiempo: según consta, estos males no sólo son inevitables, sino necesarios; ya que, si queremos discernir el bien del mal, la luz de las tinieblas, apreciando la primera, esto es posible únicamente por medio del contraste entre los dos. Aunque el significado literal de la filosofía de Buda indica sólo el lado oscuro de las cosas en este plano ilusorio, su esoterismo, su alma oculta, descorre el velo revelando al Arhat las glorias completas de la Vida Eterna en toda la Homogeneidad de la Conciencia y del Ser. Indudablemente, para la ciencia materialista y aún para el idealismo moderno, ésta es otro absurdo, mientras que es un hecho para el Sabio y el Panteista esotérico.
Sin embargo, la idea raíz según la cual: el mal nace y es engendrado por las complicaciones siempre
crecientes del material homogéneo que entra en la forma, diferenciándose más y más tan pronto como
ésta adquiere un aspecto físico más perfecto, tiene un lado esotérico acerca del cual el pesimista
moderno nunca parece estar consciente. Sin embargo, toda nación antigua pensante especuló sobre su
aspecto literal. Aún en la India, el Sectarismo ha tergiversado el pensamiento primitivo yacente en la
fórmula que acabamos de mencionar, conduciendo así a las observancias ritualísticas y puramente
dogmáticas de los Hatha Yoguis, la antitesis del Raja Yoga filosófico Vedántico. La especulación pagana y
cristiana y hasta el ascetismo monástico medieval, han extraído todo lo que pudieron de la original y
noble idea, subordinándola a sus opiniones estrechas y sectarias. Sus falsos conceptos han conducido a
los cristianos, desde sus albores, a identificar a la mujer con el Mal y la materia, no obstante el culto que
la Iglesia Católico Romana rinde a la Virgen.
H.P. Blavatsky
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