Respecto de los Mitos, declara Platón en el Gorgias y en el Phœdon que son vehículos de grandes verdades muy dignas de aprender; pero los comentadores conocen tan poco al gran filósofo que se ven obligados a confesar que no saben dónde “termina lo doctrinal y empieza lo mítico.
Fundando sus doctrinas en la Mente Suprema, enseña Platón que el nous, espíritu, o alma racional del hombre, fué “engendrado por el Padre Divino”, y es de naturaleza semejante y homogénea a la Divinidad, y, por lo tanto, capaz de percibir las eternas realidades. La facultad de contemplar la realidad directa é inmediatamente, sólo es propia de Dios, y la aspiración a este conocimiento es la filosofía propiamente dicha, o amor a la sabiduría. El amor a la verdad es inherentemente el amor al bien, y si predomina sobre todo deseo del alma y la purifica por su asimilación con lo divino y dirige las acciones del hombre, le eleva a participar de la Divinidad y le ensalza a semejanza de Dios. “Esta ascensión”, dice Platón en el Theœtetus “consiste en llegar aparecerse a Dios, y la asimilación se efectúa cuando, por medio de la sabiduría, el hombre es justo y santo”. La base de esta asimilación es siempre la preexistencia del espíritu o nous. La alegoría del carro con caballos alados del Phœdrus, presenta a la naturaleza psíquica doblemente compuesta del thumos o parte epithumética, formada de substancias pertenecientes al mundo de los fenómenos, y el qumoeidéç, thumoeides,la esencia enlazada con el mundo eterno. La actual vida terrena es caída y castigo. El alma habita en "la sepultura que llamamos cuerpo” y en su estado de encarnación, antes de recibir la disciplina educativa, el elemento espiritual o noético está “dormido”. La vida es más bien sueño que realidad. Como los cautivos de la subterránea caverna descrita en La República, percibimos únicamente, con la espalda vuelta a la luz, las sombras de los objetos y creemos que son realidades actuales. ¿Acaso no es ésta la idea de Maya, o ilusión de los sentidos durante la vida física, rasgo característico de la filosofía budista? Si en la vida material no nos entregamos absolutamente a los sentidos, estas ilusiones despiertan en nosotros la reminiscencia del mundo superior en que ya hemos vivido. “El espíritu interno conserva un vago y obscuro recuerdo del anterior estado de bienaventuranza de que gozara y anhela instintivamente volver a él”. Incumbencia de la Filosofía es libertarle de la esclavitud de los sentidos, por medio de la disciplina, y elevarle al empíreo del puro pensamiento, a la visión de la verdad, bondad y belleza eternas. Dice Platón en el Theœtetus que “el alma no puede encarnar en cuerpo humano, si antes no ha contemplado la verdad o sea el conjunto de todo cuanto el alma veía cuando habitaba en la Divinidad, con desprecio de las cosas que decimos que son, y la mira puesta en lo que REALMENTE ES. Por lo tanto, sólo el nous, o espíritu del filósofo (ó amante de la suprema verdad) está dotado de alas, porque con su elevada capacidad retiene estas cosas en su mente, y al contemplarlas diviniza, por decirlo así, a la misma Divinidad. El debido uso de las reminiscencias de la vida primera y el perfeccionamiento en los perfectos misterios lleva al hombre a la verdadera perfección. Entonces está iniciado en la sabiduría divina." Los Misterios simbolizaban la preexistente condición del espíritu y del alma, la caída de ésta en la vida terrena y en el Hades, las miserias de esta vida, la purificación del alma y su restitución a la divina bienaventuranza o reunión con el espíritu. Theón de Esmirna compara acertadamente la disciplina filosófica con los ritos místicos: A este propósito, dice que podemos considerar la filosofía como la iniciación en los verdaderos arcanos y la instrucción en los genuinos Misterios. La iniciación abarca cinco grados: 1º, la purificación previa; 2º, la admisión en los ritos secretos; 3º, la revelación epóptica; 4º, la investidura o entronización; 5º, en consecuencia de los anteriores, la amistad íntima, comunión con Dios y la felicidad dimanante de la comunicación con seres divinos... Platón llama epopteia, o visión personal, la perfecta contemplación de lo aprendido intuitivamente o sea las verdades é ideas absolutas. También considera la coronación como símbolo de la autoridad recibida de los instructores para conducir a otros a la misma contemplación. El quinto grado es la mayor felicidad terrena y, según Platón, consiste en asimilarse a la Divinidad, tanto como cabe en los seres humanos. Tal es el platonismo.
Dice Emerson que “de Platón arranca cuanto los pensadores escriben y discuten”. En él se resumía la ciencia de su época: la de Grecia, de Filolao a Sócrates; la de Pitágoras en Italia; y la que derivó de Egipto y Oriente. Era una inteligencia tan vasta, que toda la filosofía europea y asiática está comprendida en sus doctrinas, y a su cultura y poder de contemplación añadía temperamento y cualidades de poeta"
fragmentos de ISIS SIN VELO
H.P.Blavatsky
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