Platón, la Mente Suprema y los Misterios


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Platón no  podía  aceptar  una  filosofía  sin   aspiración  espiritual.  Ambas   cosas  se armonizan  en  él.  El antiguo sabio griego tiene por único objeto  de  logro el  REAL CONOCIMIENTO. Sólo consideraba como filósofos sinceros, o estudiantes de verdad, a quienes poseían la ciencia de las realidades en oposición a las apariencias; de  lo eterno en oposición a lo transitorio; de lo permanente en oposición a cuanto  alternativamente crece, mengua, nace y perece. “Más allá de las existencias finitas y causas secundarias  de las leyes, ideas y principios,  hay una  INTELIGENCIA  o  MENTE  (noûç, nous, el espíritu), principio de los principios; Idea Suprema en  que se  apoyan  las  demás  ideas;  monarca  y legislador del universo; substancia primordial de  que  todas  las  cosas  proceden  y  a  que deben   su  existencia;   Causa   primera   y eficiente   de  todo orden,   armonía,    belleza, excelencia  y  bondad,  que  hienche  el  universo,  a  la  que  llamamos  el  Supremo  Bien,  el Dios (qeòç) de los  dioses  (ó èpì pántwn qeòç)” No  es  la  verdad  ni  la  inteligencia,  sino “Padre de ambas”. Aunque nuestros sentidos corporales no pueden percibir esta eterna esencia de las cosas, pueden comprenderla cuantos  por  no  ser  completamente obtusos quieran  comprenderla.  “A  vosotros  os  es  dado  saber  los  misterios  del  reino  de  los cielos;  mas  a  ellos  (pollá)  no  les  es  dado...Por  eso   les  hablo  por  parábolas;  porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden”. Asegura el neoplatónico Porfirio, que  en  los MISTERIOS  se  enseñaba  y  comentaba  la filosofía  de  Platón.  Muchos  han   puesto  en  tela   de  juicio  y  aun  han  negado  los misterios;  y  Lobeck,  en  su  Aglaophomus, llega  al  extremo  de  decir  que  estas  sagradas ceremonias sólo servían para  cautivar la imaginación. ¿Cómo  Atenas  y  Grecia hubieran acudido durante  más  de veinte  siglos  cada  cinco años  a  Eleusis,  si  los  misterios fueran farsa religiosa? Agustín, obispo de Hipona, declara que  las  doctrinas  neoplatónicas  son las  esotéricas  y  originales doctrinas  de  los  primeros  discípulos  de  Platón,  y  diputa  a Plotino  por  un  Platón  resucitado. También  explica  los  motivos  que  tuvo el gran filósofo para encubrir el sentido interno de sus enseñanzas.

Respecto de los Mitos, declara Platón en el Gorgias y en  el  Phœdon que  son  vehículos de grandes verdades muy dignas de aprender; pero los comentadores conocen tan poco al gran filósofo que se ven obligados a confesar que  no  saben  dónde  “termina  lo doctrinal y empieza lo mítico.

Fundando sus doctrinas  en la  Mente  Suprema,  enseña Platón  que  el  nous,  espíritu,  o alma racional del  hombre,  fué  “engendrado por  el  Padre  Divino”,  y  es  de  naturaleza semejante y homogénea  a  la  Divinidad, y,  por  lo  tanto,  capaz  de  percibir las eternas realidades. La facultad de contemplar la realidad directa é  inmediatamente,  sólo  es propia de Dios, y la aspiración a este conocimiento  es  la  filosofía  propiamente dicha,  o amor  a  la  sabiduría. El  amor a la verdad es  inherentemente el amor al  bien,  y  si predomina  sobre  todo  deseo  del  alma y  la  purifica  por  su  asimilación  con  lo  divino  y dirige las acciones del hombre, le  eleva a  participar de la  Divinidad y le  ensalza a semejanza de Dios. “Esta  ascensión”, dice  Platón  en  el  Theœtetus “consiste  en   llegar  aparecerse  a  Dios,  y  la  asimilación se  efectúa  cuando,  por  medio  de  la  sabiduría, el hombre es justo y santo”. La base de esta asimilación es siempre la preexistencia  del  espíritu  o nous. La alegoría del  carro  con   caballos  alados   del  Phœdrus, presenta  a  la  naturaleza  psíquica doblemente compuesta del  thumos  o  parte epithumética, formada de substancias pertenecientes al mundo de  los  fenómenos,  y el qumoeidéç, thumoeides,la esencia enlazada con el mundo eterno. La actual vida terrena es caída  y castigo.  El  alma  habita en "la sepultura que llamamos cuerpo” y en su estado de encarnación, antes de recibir la disciplina educativa, el  elemento espiritual  o noético está “dormido”La  vida  es  más bien sueño que  realidad. Como  los  cautivos  de  la  subterránea  caverna descrita  en La República, percibimos  únicamente,  con  la  espalda  vuelta  a  la  luz,  las  sombras  de  los objetos  y  creemos  que  son  realidades  actuales. ¿Acaso  no  es  ésta  la  idea  de  Maya,  o ilusión de los sentidos durante la vida física, rasgo característico de la  filosofía budista? Si en la vida material no nos entregamos absolutamente a los  sentidos, estas ilusiones despiertan en nosotros la reminiscencia del mundo superior en que ya hemos  vivido. “El espíritu interno conserva  un   vago  y  obscuro   recuerdo  del  anterior estado  de bienaventuranza de que gozara y anhela instintivamente volver a él”. Incumbencia  de  la Filosofía  es  libertarle  de  la  esclavitud  de  los  sentidos,  por  medio  de   la   disciplina,  y elevarle  al  empíreo  del  puro  pensamiento, a  la  visión  de  la  verdad,  bondad  y  belleza eternasDice Platón  en  el  Theœtetus que “el alma   no   puede   encarnar   en   cuerpo humano, si  antes  no  ha  contemplado  la   verdad  o  sea  el  conjunto  de  todo  cuanto  el alma veía cuando habitaba en la Divinidad, con desprecio de las cosas que  decimos  que son, y la mira puesta en lo que REALMENTE ESPor lo tanto, sólo el nous, o espíritu  del filósofo (ó  amante  de  la  suprema verdad)  está  dotado  de  alas,  porque  con  su  elevada capacidad retiene estas cosas en su mente, y al contemplarlas diviniza, por decirlo así,  a la  misma  Divinidad.  El   debido   uso   de   las  reminiscencias   de  la  vida primera  y el perfeccionamiento en los perfectos misterios lleva al hombre a la verdadera  perfección. Entonces está iniciado en la sabiduría divina." Los  Misterios  simbolizaban  la  preexistente condición del espíritu y del  alma,  la  caída  de  ésta  en  la  vida  terrena  y  en  el  Hades,  las miserias  de  esta  vida, la  purificación del   alma  y  su  restitución a  la   divina bienaventuranza o reunión con el espírituTheón de Esmirna compara acertadamente la disciplina  filosófica  con  los   ritos   místicos:  A este  propósito,  dice   que   podemos considerar la filosofía como la iniciación en los verdaderos arcanos y la instrucción  en  los genuinos Misterios.  La  iniciación abarca cinco grados:  1º, la  purificación previa;  2º, la admisión   en   los  ritos   secretos;   3º, la  revelación epóptica;   4º, la  investidura  o entronización; 5º, en  consecuencia  de  los  anteriores,  la  amistad  íntima,  comunión  con Dios y la felicidad dimanante de la comunicación con seres divinos... Platón  llama  epopteia, o visión  personal,  la  perfecta  contemplación  de  lo  aprendido intuitivamente o sea las  verdades é  ideas  absolutas.  También  considera la coronación como  símbolo  de  la  autoridad  recibida  de  los   instructores  para  conducir  a  otros  a  la misma  contemplación. El  quinto  grado  es  la  mayor  felicidad  terrena  y, según  Platón, consiste en asimilarse a la Divinidad, tanto como cabe en los seres humanos. Tal es el  platonismo.  
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Dice Emerson  que “de  Platón  arranca cuanto  los  pensadores escriben y  discuten”. En  él  se  resumía  la  ciencia  de  su  época:  la  de  Grecia,  de  Filolao  a Sócrates;  la  de  Pitágoras en  Italia; y la  que  derivó de   Egipto y Oriente.  Era  una inteligencia tan vasta, que toda la filosofía  europea  y  asiática  está  comprendida  en  sus doctrinas, y a su cultura y poder de contemplación añadía temperamento y  cualidades de  poeta"


fragmentos de ISIS SIN VELO

H.P.Blavatsky

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