Karma es un reparador seguro de la injusticia humana y de todas las demás faltas de la Naturaleza, y corrige los errores con estricta justicia; es una ley retributiva que recompensa y castiga con igual imparcialidad.
Los budhistas no creen en el perdón de los pecados, excepto después de un castigo justo y adecuado por cada mala acción o pensamiento, en una encarnación futura, y una compensación proporcionada a las partes perjudicadas.
Hacerse el hombre justicia por sus propias manos, siempre es un acto de orgullo sacrílego. Karma castigará seguramente a aquel que en vez de confiar en la gran Ley la reparación, interviene por cuenta propia en el castigo, pues con ello crea una causa de recompensa para su enemigo y un castigo para sí mismo.
Karma es la equidad absoluta que deja a cada causa, pequeña o grande, producir su inevitables efectos.
El infatigable regulador señala en cada encarnación la calidad de la que le sucede, y la suma de mérito o de demérito de las anteriores encarnaciones determina el siguiente renacimiento.
Recompensa tan infalible y ampliamente el mérito, como castiga el demérito. Es el resultado de cada acto, pensamiento y palabra, y por ello moldean los hombres su vida y acontecimientos.
La doctrina de Karma explica que nosotros mismos nos hemos hecho lo que somos, por actos anteriores; y que formamos nuestra eternidad futura con las acciones presentes. No existe otro destino fuera del que nosotros mismos determinamos. No hay salvación ni condenación alguna, excepto la que nosotros mismos nos originamos. Karma o nuestros antiguos actos, son los que nos vuelven a traer a la vida terrestre.
EL ÚNICO DECRETO DE KARMA ES LA ARMONÍA ABSOLUTA EN EL MUNDO DE LA MATERIA, ASÍ COMO EN EL DEL ESPÍRITU. No es, por lo tanto, Karma quien premia o castiga, sino nosotros los que nos recompensamos o castigamos, según trabajemos con y por la Naturaleza, obedeciendo a las leyes de las cuales depende aquella armonía o las violemos.
El hombre es quien proyecta y crea las causas; y la ley kármica ajusta los efectos.
Karma es una ley absoluta y eterna en el mundo de las manifestaciones..
Cada individuo, con cada acto y pensamiento diario, está creando karma bueno, malo, y está al mismo tiempo agotando en esta vida el karma producido por los actos y deseos de la anterior.
Se rechazaba el fatalismo, porque el fatalismo implica la conducta ciega de un poder más ciego aún. Pero se creía en el destino o karma que el hombre, semejante a la araña, teje hilo por hilo desde que nace hasta que muere.
Se rechazaba el fatalismo, porque el fatalismo implica la conducta ciega de un poder más ciego aún. Pero se creía en el destino o karma que el hombre, semejante a la araña, teje hilo por hilo desde que nace hasta que muere.
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