DESPERTAR TRAS LA MUERTE


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"Despertar  tras la  muerte y entrar en  la vida  eterna. Cuando  el cuerpo  ya  no  puede  seguir  desempeñando   sus funciones  en  el mundo   físico,  es decir, todas  aquellas  ac-tividades  relacionadas  con  los  pensamientos   e inclinaciones  de  su  espíritu  (que  la persona  recibe  del  mundo   espiritual),   entonces,   decimos   que  ha  muerto.   Esto  sucede cuando  el  movimiento   respiratorio   de  los  pulmones,   así como  el movimiento   sistólico  del  corazón  se detienen. No obstante,  la persona  no muere, sino que simplemen-te  es separada  de su componente  físico, el cual le resultaba de gran utilidad  en  el mundo. La persona  real sigue viva. Decimos  que  sigue viva  porque  la  persona  no  es  una persona  a causa de su cuerpo, sino  a causa de su espíritu. El espíritu  es el que  crea los pensamientos,  y éstos, junto  con el afecto, son  los que  constituyen  la persona. De  ello  podemos  deducir  que,  cuando  alguien  fallece, simplemente  pasa de un  mundo  a otro. Éste es el motivo por el cual, en  las Escrituras, el significado más  profundo  de  la palabra «muerte» hace referencia a la resurrección y a la continuidad  de la vida. Con lo que  más íntimamente  se comunica  el espíritu  es con  la respiración  y con  los  movimientos  del  corazón.  

Los pensamientos  del espíritu  se comunican  con la respiración, y el afecto, característica del amor,  con el corazón.  Así pues, cuando  estos  dos  movimientos  cesan  en  el  cuerpo,  inmediatamente   tiene  lugar  una  separación.   Estos  dos  movi-mientos  ( el movimiento  respiratorio  de  los pulmones  y el sistólico  del  corazón)  son  los verdaderos  vínculos  entre  el cuerpo  y  el  espíritu,  cuya  ruptura  hace  que  lo  único  que permanezca  sea el espíritu.  El cuerpo,  al carecer de  la fuerza  de  su  espíritu,  empieza  a  enfriarse  y  a  descomponerse. La razón  por  la  cual  el  espíritu  de  una  persona  se comunica  mucho  más  profundamente    con  la  respiración  y con  los  movimientos   del  corazón  se debe  a que  todas  las funciones  vitales  del  cuerpo  dependen   de estos  dos  movi-mientos,  no  sólo  en general,  sino  también  en todas  y cada una  de  sus partes. Después  de  esta  separación, el espíritu  de  la  persona sigue  permaneciendo    en el cuerpo   durante   un  tiempo, pero  nunca  después  de  que  el  corazón  se  haya  detenido completamente.   Esto  depende  de  la  causa  que  haya  provocado  la muerte  de  la persona  porque,  en  algunos  casos, el corazón  sigue  funcionando   durante  bastantes  minutos y, en  otros,  durante  muy  pocos. En  el  momento   en  el  que  esta  función  se  detiene,  la persona  es despertada,  esto es algo que  únicamente  puede hacer  el  Señor.  «Despertar»  significa  sacar  el  espíritu  de una  persona  fuera  de  su  cuerpo  para  conducirlo   hacia  el mundo   espiritual,  es  lo  que  normalmente    se  denomina «resurrección». El hecho  de  que el espíritu  de  las  personas  no  sea  se-parado  de  su  cuerpo  antes  de  que el corazón  haya  dejado de funcionar  se debe  a que  el corazón  es el órgano  que  se  corresponde   con  el  afecto  procedente   del  amor,  determi-nante  en la vida  real de la persona,  ya que  todos  conseguimos  el calor vital  a través del  amor.  En consecuencia,  esta correspondencia  existe hasta  que  dura  el vínculo,  y como resultado   la  presencia  de  la  vida  del  espíritu  dentro   del cuerpo. De  este  modo  se  produce  el  despertar.  No  sólo  lo  sé porque  así  me  lo  han  contado,  sino  porque  las  experien-cias  de  la  vida  también  me  lo  han  demostrado,   por  ello poseo  un  profundo   conocimiento   de  cómo  sucede. 

Fui conducido  a un  estado  de inconciencia  en cuanto  a lo  que  concernía  a  mis  sentidos  físicos, es  decir, prácticamente  a la condición  de  las personas  que  se están  muriendo.  De  todas  formas,  mi  vida  más  interior,  incluidos  mis pensamientos,    permanecieron    intactos,   de   manera   que podía  seguir percibiendo  y recordando  las cosas que habían ocurrido,  lo  cual es algo que  siempre  suele sucederles a las personas  que  son  despertadas  de la muerte. Me di  cuenta  de  que  mi  respiración  física se iba  debilitando  por  momentos, mientras  que  mi  aliento  espiritual seguía  manteniéndose  unido  a la ligera, pero  todavía  permaneciente  respiración  de  mi  cuerpo. Después,  se  estableció  una  especie  de  comunicación entre  los  latidos  de  mi  corazón  y  el reino  celestial (dado que  este reino  se corresponde  con  el corazón  de  la persona).  Incluso  llegué  a ver unos cuantos  ángeles, algunos  a cierta  distancia  y  dos  de  ellos  sentados  en  mi  cabecera. Ello provocó  la  desaparición   de  todos  mis  afectos  personales,  aunque  los pensamientos   y las percepciones  siguieron  estando  ahí.  Permanecí  en  ese  estado  durante  varias horas. 

Entonces,  los  espíritus  que  me  rodeaban   se  alejaron de  mí,  declarando  que  ya  estaba  muerto.  Se podía  percibir  un  olor  aromático,   parecido   al  que  desprenden  los cuerpos  embalsamados. Cuando  los  ángeles  celestiales  se hallan  presentes,  cualquier  cosa que  tenga  que ver con  un cadáver  es percibida  como  algo  aromático,  es lo  que  impide  a los espíritus  el acercarse a él cuando  lo huelen.  Ésta es la forma  en la  que  los  espíritus  malignos  son  mantenidos  alejados  del espíritu  de una  persona  en el preciso  momento  en  el  que  ésta  es  conducida  hacia  la  vida  eterna. Los ángeles  que  estaban  sentados  junto  a mi  cabecera permanecían  silenciosos, sólo  sus pensamientos   se comunicaban   con  los  míos.  Cuando   estos  pensamientos   son aceptados,  los  ángeles saben  que  el espíritu  de la persona ya  está  preparado   para  ser separado  de  su  cuerpo.  La comunicación  de sus pensamientos  tenía  lugar a través de su mirada ya que, de hecho, ésta es la forma en que la comunicación  de pensamientos se lleva a cabo  en  el cielo. Mientras  permanecía  inmerso  en  mis  pensamientos  y percepciones  con  el  fin  de  conocer  y  de  recordar  cómo tiene  lugar  el  despertar,  me  di  cuenta  de  que  lo  primero que  intentaban  descubrir  los  ángeles  era  cuáles  eran mis pensamientos y si eran los mismos  que  los de las personas que  mueren,  normalmente  sobre  la vida  eterna. Al mismo tiempo,  también  pude  darme  cuenta  de que  éstos querían mantener  mi  mente  ocupada  en tales  pensamientos. Más tarde  me  explicaron  que,  cuando  muere  el  cuerpo,  el espíritu  de una  persona  es mantenido  en su último pensamiento  hasta  que vuelve a los pensamientos derivados del afecto y relacionados con  el amor  que  sintiera  en este  mundo,  tanto  de forma  general  como  particular. 

Sobre  todo,  se me  permitió  poder  llegar  a percibir  y a sentir  como  una  especie de visión,  es decir, toda  una  serie de  dibujos  relacionados   con  los  elementos  más  interiorizados  de mi  mente  y, por  lo tanto,  de mi  espíritu,  fuera  de mi  cuerpo.  Me  explicaron  que  esto  era  algo  que  hacía  el Señor  y que  era  el origen  de toda  resurrección. Cuando  los  ángeles  celestiales  están  con  personas  que han  sido  despertadas,  no  las  abandonan,   porque  aman  a todas  y a cada  una  de  ellas.  Pero,  cuando  se trata  de  espíritus  que  no  pueden  mantener  una  amistad  con  los  ánge-les  celestiales  por   más  tiempo,   entonces,   éstos  desean apartarse  de  ellos. Cuando esto sucede, los  ángeles  del  reino  espiritual del  Señor  acuden  directamente  hacia  aquellos  espíritus  a quienes  les  está  otorgado  el  beneficio de  la luz.  Porque, llegados  a  este  punto,  ya  no  ven  nada,  tan  sólo  piensan. También   me  enseñaron  el  procedimiento.  En  cierta forma,  estos  ángeles  parecían  abrir  el párpado   del  ojo  izquierdo, moviéndolo  hacia  el  puente  de  la  nariz,  de forma  que  el  ojo  quedaba  abierto  y  capacitado  para  ver. Aunque  la percepción  total  de un  espíritu  es que  las cosas suceden  de este modo, tan  sólo  se trata  de una  apariencia. En  cuanto   los  párpados   han  sido  abiertos,  algo  brillante, pero  borroso, se va haciendo  cada vez más  visible, al igual  que  cuando  una  persona  se despierta  y mira  a su alrededor  con  los  ojos  medio   abiertos.  Llegado  a  este punto, esa brillante nebulosidad  me  pareció  de  un  color celestial,  pero  entonces  me  explicaron  que  esto  era  algo que  podía  variar. Después,  sentí como  si  alguna  cosa  resbalara  suavemente  por  mi  cara, provocándome   un  pensamiento   espiritual.  El sentir  algo  que  roza  la  cara también  es una  apariencia  que  sirve para  describir  que  la persona  ya ha  pasado  del  pensamiento   físico  al  pensamiento   espiritual.  Los ángeles  siempre  tienen  mucho  cuidado  a  la  hora  de  prevenir  la  aparición  de  cualquier  concepto  por  parte  de  la persona  que  ha  despertado, a no  ser que  éste proceda  del amor.  Entonces, le explican  que  es un  espíritu. Una vez les ha  sido  otorgado  el beneficio  de la luz, los ángeles  espirituales  ofrecen  a  los  nuevos  espíritus  toda  la ayuda  que  puedan  necesitar  en tales condiciones  y les imparten  enseñanzas  sobre  las  cosas  que  existen  en  la  otra vida,  pero  sólo  de  forma  comprensible  para  ellos. Pero si no  desean ser enseñados,  entonces, aquellos  que han  sido  despertados  ansían  liberarse  de  la  compañía  de estos  ángeles. Sin  embargo,  no  son  los  ángeles quienes  se alejan de ellos, sino  que  son  ellos mismos  quienes  se apartan de su lado. Y es que, realmente, los ángeles aman  a todos los  individuos  y lo  que  más  desean  es poder  resultarles de alguna utilidad,  enseñarles lo que saben y conducirlos hacia el cielo. Los ángeles siempre  disfrutan haciendo  esto."

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EMMANUEL SWEDENBORG
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 El viaje del alma hacia los reinos espirituales tras la muerte del cuerpo


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