Sobre la Ley: el Dharma y el Karma


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Ciertamente existen leyes que rigen la Naturaleza. La percepción de las mismas la logramos estudiando las constantes que marcan los fenómenos y que nos permiten predecir cómo se han de seguir desarrollando esos mismos fenómenos en el futuro. Asimismo nos permiten una justa comprensión del pasado y así encadenar el proceso de manera inteligible.

En la Naturaleza no existe la improvisación pura ni tampoco la casualidad, como normalmente se entiende. Marción, el neoplatónico hablaba, basándose en Platón, del Universo como un inmenso Ser vivo, con sus finalidades metafísicas, o sea que el fenómeno está sujeto a la plusvalía del destino, guiado por el espíritu, el que teniendo sus propios fines, lo conduce todo. Es causa y principio de todo aquello que podemos percibir en cualquiera de los planos de manifestación. Y lo inescrutable para nosotros no es forzosamente inexistente, simplemente está fuera del campo de visión del ojo de nuestra Alma. pero vamos hablar de lo que sabemos, antes de lo que ignoramos.

Primeramente veamos una Ley General Universal, que es la que los hindúes llaman Dharma. Ella rige la corriente de la vida (Shadana), su direccionalidad general y con su justicia da oportunidad a todos los seres de cumplir con su destino. Mas como el cosmos no es homogéneo y existen las partes, aparecen las diferenciaciones naturales que engendran la acción en base a un desequilibrio dinánimco de la Naturaleza manifestada. Así, cada ser, aunque inmutable en su Esencia que es una, de forma pararracional, con la de todos los demás y digo pararracional, pues para nuestro presente momento mental no puede haber coincidencia de lo uno y lo múltiple, es mutable y evoluciona asumiendo cada vez un poco más de responsabilidad y libertad, si entendemos a ésta como la mejor manera de ser lo que cada uno es. Este proceso desencadena acción y reacción, o frutos de acción.

Si el fruto de la acción es acorde al ritmo que en ese instante tiene su entorno natural, éste se asimilará como causa de otro microproceso en el juego de causas y efectos, que son causa de nuevos efectos. O sea que un efecto, si es justo, se convierte automáticamente en causa y semilla de un proceso nuevo y mejor, tejiéndose así una cuerda de causas y efectos en donde, siendo los efectos armónicos y las causas del mismo modo, todos a una conforman una unidad existencial, una suerte de eterno presente que no arrastra lastre alguno ni sufre desviación. Pero si existe desviación, la corriente de la Ley la pondrá en su camino nuevamente con una serie de actos compensatorios, de tal forma que, con la ayuda del camino mismo, todos debemos marchar bajo la Ley que los orientales llaman Karma, Ley de acción y reacción. Todos somos responsables de nosotros mismos y según nuestros actos serán los actos sucesivos que nos veremos más o menos forzados a realizar.

Simplemente os digo que el que siembra trigo recoge trigo y no otra calidad, mientras que cuantitativamente recogerá según el número sembrado. No hay Dios que nos redime sino Dios que nos permite corregir nuestro rumbo cada vez que nos equivocamos, pues su Aliento nos señala el Camino. Así, encarnación tras encarnación vamos haciendo méritos y desméritos, templando nuestra alma y haciéndola cada vez un instrumento más fiel a Su Arquetipo. De este modo, la ética y la bondad dejan de ser gazmoñerías para convertirse en ciencias espirituales de mucha ayuda en nuestra vida y medicinas eficaces que nos ahorran muchos dolores."

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Jorge Angel Livraga Rizzi-fragmentos

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