La falsa interpretación de una serie de parábolas y dichos de Jesús no es de extrañar en lo más mínimo. Desde Orfeo, el primer el Adepto Iniciado de los cuales la historia vislumbra en la noche de la era pre-Cristiana, a través de Pitágoras, Confucio, Buda, Jesús, Apolonio de Tiana, y Amonio Sacas, ningún Maestro o Iniciado alguna vez ha dejado nada por escrito para uso público. Todos y cada uno de ellos siempre han recomendado invariablemente el silencio y el secreto sobre ciertos hechos y actos, desde Confucio, que se negó a explicar pública y satisfactoriamente lo que quería decir con su «Gran Extremo», o dar la clave de la adivinación por «pajitas», hasta Jesús, quien encargó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Cristo (Chrestos) (NOTA: Mateo, xvi, 20. FINAL NOTA), el «hombre de las penas» y pruebas, antes de su última y suprema Iniciación, o que hubiera él producido el «milagro» de la resurrección (NOTA: Marcos, v, 43. FINAL NOTA).
Los apóstoles tenían que guardar silencio, de modo de que la mano izquierda no supiera lo que la mano derecha hacía; en palabras más claras, que los peligrosos competentes en la Ciencia de la Mano Izquierda –los terribles enemigos de los Adeptos de la Mano Derecha, especialmente antes de su suprema Iniciación– no pudiesen lucrarse con la publicidad para no dañar a ambos el sanador ni al paciente. Y si lo anterior fuese mantenido como simplemente una suposición, entonces, ¿qué puede ser el significado de estas palabras terribles: A vosotros se es dado conocer el misterio del Reino de Dios: pero para aquellos que están fuera, todas estas cosas son hechas en parábolas; para que viendo, vean y no perciban, y oyendo, oigan y no entiendan; no sea que se conviertan y sus pecados deban ser perdonados (NOTA: Marcos, IV, 11, 12. FINAL NOTA).
A menos de interpretarse en el sentido de la ley del silencio y Karma, el completo egoísmo y el espíritu no-caritativo de esta observación son más que evidentes. Estas palabras están directamente conectadas con el dogma terrible de la predestinación. ¿Arrojará el Cristiano bueno e inteligente tal mancha de egoísmo cruel sobre su Salvador? (NOTA: ¿No es evidente que las palabras: «A menos que en cualquier momento deban convertirse (o: «No sea que por accidente tengan que cambiar de nuevo» –como en la versión revisada), y sus pecados les sean perdonados»– en absoluto quieren dar a entender que Jesús temiera que a través del arrepentimiento cualquier extraño, o «aquellos que están fuera», escaparían de la condenación, como el sentido literal claramente muestra, pero una cosa muy diferente? Es decir, para que ninguno de los profanos mediante la comprensión de su predicación, no disimulada por la parábola, se apoderase de algunas de las enseñanzas secretas y misterios de la Iniciación –y aun incluso de poderes Ocultos. «Sean Convertidos» es, en otras palabras, obtener un conocimiento que pertenece exclusivamente a los Iniciados; «y sus pecados, se les perdonarán», es decir, sus pecados caerían sobre el revelador ilegal, en aquellos quienes habiendo ayudado a indignos para cosechar ahí donde nunca se han esforzado por sembrar, y les había dado, por lo tanto [a los indignos.–El Traductor], los medios de escapar en esta tierra de su Karma merecido, el cual por lo tanto debe actuar en el revelador, quien, en lugar del bien, hizo un daño y fracasó. FINAL NOTA)
La obra de la propagación de tales verdades en las parábolas se dejó a los discípulos de los grandes Iniciados. Era su deber seguir la nota de la Enseñanza Secreta, sin revelar sus misterios. Esto se muestra en las historias de todos los grandes Adeptos. Pitágoras dividió sus lecciones en oyentes de conferencias exotéricas y esotéricas. Los Magos recibieron sus instrucciones y se iniciaron en las lejanas cuevas ocultas de Bactria. Cuando Josefo declara que Abraham enseñó Matemáticas quería decir la «Magia», porque en el código Pitagórico Matemáticas significa Ciencia Esotérica, o Gnosis. El profesor Wilder observa:
Los Esenios de Judea y el Carmelo hicieron distinciones similares, dividiendo a sus seguidores en neófitos, hermanos y perfectos... Amonio obligaba a sus discípulos con un juramento a no divulgar sus doctrinas superiores, excepto a aquellos que habían sido cuidadosamente instruidos y entrenados [preparados para iniciación] (NOTA: Nuevo platonismo y Alquimia, 1869, páginas 7, 9. FINAL NOTA).
Una de las razones más poderosas para la necesidad de estricto secreto está dada por Jesús mismo, si se le puede dar crédito a Mateo. Porque ahí al Maestro se le hace decir claramente: No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y se vuelvan y os despedacen (NOTA: Mateo, VII, 6. FINAL NOTA).
Palabras profundamente verdaderas y sabias. Muchos son los que en nuestra época, y aun entre nosotros, han sido obligados a recordarlo –aunque a menudo cuando era demasiado tarde (NOTA: La historia está llena de pruebas de lo mismo. Si Anaxágoras no hubiera enunciado la gran verdad enseñada en los Misterios, a saber, que el sol era sin duda más grande que el Peloponeso, no habría sido perseguido y casi condenado a muerte por la turba fanática. Si esa chusma que se levantó contra Pitágoras hubiese entendido lo que el misterioso Sabio de Crotona quiso decir cuando dio su remembranza de haber sido el «Hijo de Mercurio» –Dios de la Sabiduría Secreta– no se habría visto obligado a huir para salvar su vida; ni Sócrates, hubiera sido ejecutado, de haber mantenido en secreto las revelaciones de su divino daimon. Él sabía lo poco que su siglo –salvo los iniciados– entenderían lo que quiso decir, si hubiese compartido todo lo que sabía de la luna. Así, limitó su declaración a una alegoría, que ahora está demostrado que ha sido más científica, de lo que se había pensado en aquellos tiempos. Él sostuvo que la luna estaba habitada y que los seres lunares vivían en los valles profundos, vastos y oscuros, estando nuestro satélite sin aire y sin ningún tipo de atmósfera exterior fuera de tales valles, esto, desacatando la revelación llena de significado para los pocos solamente, debe ser así por necesidad, si existe alguna atmosfera en nuestra brillante Selene después de todo. Los hechos registrados en los anales secretos de los Misterios tuvieron que permanecer velados bajo pena de muerte. FINAL NOTA).
Incluso Maimónides recomienda silencio en relación con el verdadero significado de los textos de la Biblia. Este mandato destruye la afirmación habitual de que «la Sagrada Escritura» es el único libro en el mundo cuyos oráculos divinos contienen la verdad pura sin adornos. Puede que sea así para los Cabalistas eruditos; sin duda es todo lo contrario con respecto a los Cristianos. Porque esto es lo que dice el docto Filósofo Hebreo: Quien sea que encuentre el verdadero significado del libro de Génesis debe tener cuidado de no divulgarlo. Esta es una máxima que todos nuestros sabios nos repiten, y sobre todo, respetando el trabajo de los seis días. Si una persona descubriera el verdadero significado por sí misma, o con la ayuda de otra persona, entonces debe guardar silencio, o si habla de ello debe hablar oscuramente, de un modo enigmático, como lo hago yo, dejando el resto a ser adivinado por aquellos que me puedan entender (NOTA: Guía del Perplejo, Pt. II, Capítulo 29. Maimónides también se refiere a su Comentario de la Mishná (Hagigah, II, i). H.P.B. cita la p. 71 de El Libro de Diospor Kenealy, que abrevia a Maimónides.–El Compilador]. FINAL NOTA).
La Simbología y el Esoterismo del Antiguo Testamento, siendo confesada así por uno de los más grandes Filósofos Judíos, es solo natural el encontrar Padres Cristianos que hacen la mis-ma confesión en relación con el Nuevo Testamento y la Biblia en general. Así nos encontramos con Clemente de Alejandría y Orígenes admitiéndolo con tanta claridad como las palabras pueden hacerlo. Clemente, que había sido iniciado en los Misterios de Eleusis, dice, que: Las doctrinas enseñadas ahí contienen en ellas el final de todas las instrucciones, ya que fueron tomados de Moisés y los profetas(NOTA: Stromata, Bk. V, cap. XI. FINAL NOTA), una ligera perversión de los hechos perdonables en el buen Padre. Las palabras admiten que, después de todo, que los Misterios de los Judíos eran idénticos a los de los Griegos Paganos, que los tomaron de los Egipcios, quienes los pidieron prestados, a su vez, de los Caldeos, que los habían tomado de los Arios, los Atlantes y así sucesivamente, más allá de los días de esa Raza.
El significado secreto del Evangelio es de nuevo abiertamente confesado por Clemente cuando dice que los misterios de la fe no deben ser divulgados a todos. Pero dado que esta tradición no se ha publicado solo para aquel que percibe la magnificencia de la palabra; es necesario, por lo tanto, esconder la sabiduría hablada que el Hijo de Dios enseñó, en un misterio (NOTA: Op. Cit., Bk. I, cap. xii. FINAL NOTA).
No menos explícito es Orígenes, en lo que se refiere a la Biblia y sus fábulas simbólicas. Exclama: Si nos atenemos a la letra, y se debe entender lo que está escrito en la ley, a la manera de los Judíos, y la gente común, entonces me avergonzaría de confesar en voz alta que es Dios quien ha dado estas leyes, entonces las leyes de los hombres parecen ser más excelentes y razonables (NOTA: In Leviticum, Homilia VII. FINAL NOTA).
Y bien se podría haber «ruborizado» el sincero y honesto Padre de la Cristiandad primitiva en sus días de relativa pureza. Pero los Cristianos de esta nuestra época altamente literaria y civilizada no se sonrojan en absoluto; pues tragan, por el contrario, la «luz» antes de la formación del sol, el Jardín del Edén, la ballena de Jonás y todo, a pesar de que el mismo Orígenes se pregunta en un arrebato de indignación muy natural: ¿Qué hombre con sentido estaría de acuerdo con la afirmación de que el primer, segundo y tercer días, en que se nombran la noche y la mañana, eran sin sol, la luna y las estrellas, y el primer día sin un cielo? ¿Qué hombre es tan idiota como para suponer que Dios plantó árboles en el Paraíso, posadas en el Edén, como un labrador, etc.? Creo que todo hombre debe tener estas cosas por imágenes, en las que un sentido oculto yace escondido (NOTA: Orígenes, De Principiis, Bk. IV, cho I, § 16. FINAL NOTA). Sin embargo, millones de «tales idiotas» se encuentran en nuestro siglo de las luces y no sólo en el siglo tercero. Cuando la declaración inequívoca de Pablo en Gálatas, iv, 22-25, que la historia de Abraham y sus dos hijos, es toda «una alegoría», y que «Agar es el Monte Sinaí» se añade a esto, poca culpa entonces, de hecho, puede agregarse a Cristiano o Pagano quien se niega a aceptar la Biblia bajo ninguna otra luz que la de una alegoría muy ingeniosa.
Rabí Shimon ben Yohai, el compilador del Zohar, nunca impartió los puntos más importantes de su doctrina que no fuese por vía oral, y para un número muy limitado de discípulos. Por lo tanto, sin la iniciación final en la Merkabah, el estudio de la Kabalah estará siempre incompleto, y la Merkabah se puede enseñar sólo «en la oscuridad, en un lugar desierto, y después de muchas y terribles pruebas». Desde la muerte de ese gran Iniciado Judío esta doctrina oculta se ha mantenido, para el mundo exterior, como un secreto inviolable.
Entre la secta venerable de los Tannaim, los hombres sabios, hubo quienes enseñaron los secretos prácticamente e iniciaron a algunos discípulos en el gran Misterio final. Sin embargo, el Hagigah Mishná, Sección 2ª, dice que la tabla de contenidos de la Merkabah «sólo debe ser entregada a los viejos sabios». La Guemará es aún más dogmática. «Los secretos más importantes de los Misterios no fueron reveladas siquiera a todos los sacerdotes. Solo a los iniciados los ha-bían divulgado» (NOTA: [Clemente, Strom., V, 670]. FINAL NOTA). Y así nos encontramos que el mismo gran secreto prevalecía en todas las religiones antiguas (NOTA: Isis sin Velo, vol. II, pág. 350. FINAL NOTA).
¿Qué dice la propia Kabalah? Sus grandes rabinos de hecho amenazaban a quien aceptara sus palabras literalmente. Leemos en el Zohar:
¡Ay del hombre que ve en la Torá, es decir, la Ley, solo simple recitales y palabras sencillas y ordinarias! Porque si en verdad sólo contuviere estas, aún hoy en día seríamos capaces de componer una Torá mucho más digno de admiración. Porque si encontramos sólo las palabras simples, sólo tendríamos que dirigirnos a los legisladores de la tierra (NOTA: Los «legisladores» materialistas, los críticos y Saduceos que han tratado de hacer pedazos las doctrinas y enseñanzas de los grandes Maestros Asiáticos pasados y presentes –no estudiosos en el sentido moderno de la palabra– harían bien en meditar sobre estas palabras. No hay duda de que doctrinas y enseñanzas secretas, de haber sido inventadas y escritas en Oxford y Cambridge, serían más brillantes hacia el exterior. ¿Responderían igualmente a las verdades y hechos universales? Es sin embargo la siguiente pregunta. FINAL NOTA), a aquellos en quienes con más frecuencia encontramos con la mayor de grandeza. Sería suficiente con imitarlos, y hacer una Torá de sus palabras y ejemplo. Pero no es así, cada palabra de la Torá contiene un significado elevado y un misterio sublime... Los recitales de la Torá son las vestiduras de la Torá. ¡Ay del que toma esta vestimenta por la propia Torá... El simple nota sólo las prendas o recitales de la Torá; no conocen otra cosa, no ven lo que está ocul-to bajo la vestidura. Los más instruidos no prestan atención a la vestidura, sino al cuerpo que en-vuelve (NOTA: Zohar, iii, fol. 152 b, citado en la Qabbalah de Myer, pág. 102. FINAL NOTA).
Amonio Sacas enseñó que la Doctrina Secreta de la Sabiduría-Religión se encontró completa en los Libros de Thoth (Hermes), de los que tanto Pitágoras y Platón derivaron su conocimiento y gran parte de su filosofía, y estos Libros fueron declarados por él ser «idénticos con las enseñanzas de los sabios del remoto Oriente». Comenta el profesor A. Wilder: Como el nombre Thoth significa colegio o asamblea, no es del todo improbable que los libros fueran llamados así por ser los oráculos coleccionados y las doctrinas de la fraternidad sacerdotal de Memphis. El rabino Wise ha sugerido una hipótesis similar en relación con las declaraciones divinas registradas en las Escrituras Hebreas (NOTA: Nuevo platonismo y Alquimia, p. 6. FINAL NOTA).
Esto es muy probable. Sólo que las «declaraciones divinas» no han sido nunca, hasta ahora, entendidas por los profanos. Filón de Alejandría, un no-iniciado, trató de dar su significado secreto –y falló.
Pero los libros de Thoth o la Biblia, los Vedas o la Kabalah, todos imponen la misma secrecía en cuanto a ciertos misterios de la naturaleza simbolizados. «¡Ay de aquel que divulga ilegalmente las palabras susurradas al oído de Manushi por el Primer Iniciador!». ¿Quién fue tal «Iniciador», queda claro en el Libro de Enoc"
Y así fue en lo que respecta a las primeras, semi-divinas, Razas puras y espirituales de la Humanidad. Ellos tuvieron las «verdades de Dios», y las vivieron, y sus ideales. Ellos las preservaron, por cuanto no había casi ningún mal, y por lo tanto, apenas un posible abuso de ese conocimiento y esas verdades. Pero la evolución y la caída gradual en la materialidad son también una de las «verdades» y también una de las leyes de «Dios». Y mientras la humanidad progresaba, y se convertía con cada generación más de la tierra, más terrenal, la individualidad de cada Ego temporal comenzó a afirmarse. Es el egoísmo personal que desarrolla e insta al hombre en el abuso de su conocimiento y poder. Y el egoísmo es un edificio humano, cuyas ventanas y puertas están siempre abiertas para que entre toda clase de iniquidad en el alma del hombre. Pocos eran los hombres durante la adolescencia temprana de la humanidad, y menos aún lo son ahora, que se sientan dispuestos a poner en practica la declaración forzosa de Pope que se iba a sacar su propio corazón, si no tuviera mejor disposición que amarse sólo a sí mismo, y reírse de todos sus vecinos. De ahí la necesidad gradual de alejar del hombre el conocimiento y poder divino, que se convirtió en cada nuevo ciclo humano como un arma de doble filo más peligrosa, cuyo lado maligno estaba siempre amenazando al prójimo, y cuyo poder para el bien se prodigaba libremente sólo para uno mismo. Los pocos «elegidos», cuya naturaleza interior permaneció inmutable ante su crecimiento físico exterior, se convirtieron así con el tiempo en los únicos guardianes de los misterios revelados, pasando el conocimiento a los más aptos para recibirlo, y manteniéndolo inaccesible para otros.
Un velo impenetrable de secreto fue echado sobre los Misterios Ocultos y Religiosos, después de la sumersión del último resto de la Raza Atlante, hace unos 12.000 años, para evitar que fuesen conocidos de los indignos, y por ellos profanados.
fragmentos de H.P. BLAVATSKY -D.S.
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