El objeto del amor es la Generación y la producción de la belleza. El Amor consiste en aspirar a que lo bueno nos pertenezca siempre. De aquí se sigue que la inmortalidad es el objeto del Amor.
Los hay que son más fecundos de espíritu que de cuerpo para las cosas que al espíritu le toca producir, o sea la Sabiduría y demás virtudes. Estos hijos de su inteligencia son más bellos y más inmortales y no hay nadie que no prefiera tales hijos.
El amor, como dije al principio, no es de suyo ni bello ni feo. Es bello, si se observan las reglas de la honestidad; y es feo, si no se tienen en cuenta estas reglas.
Llamo hombre vicioso al amante popular que ama el cuerpo más bien que el alma; porque su amor no puede tener duración, puesto que ama una cosa que no dura.
Por esto se mira como vergonzoso el entregarse ligeramente, y se exige la prueba del tiempo, que es el que hace conocer mejor todas las cosas.
Es preciso tratar al amor como a la filosofía y a la virtud, y que sus leyes tiendan al mismo fin...
Es bello amar cuando la causa es la virtud. Este amor es el de la Afrodita urania; es celeste por sí mismo; es útil a los particulares y a los Estados, y digno para todos de ser objeto de principal estudio, puesto que obliga al amante y al amado a vigilarse a sí mismos y a esforzarse en hacerse mutuamente virtuosos. Todos los demás amores pertenecen a Afrodita popular.
El amor, como dije al principio, no es de suyo ni bello ni feo. Es bello, si se observan las reglas de la honestidad; y es feo, si no se tienen en cuenta estas reglas.
Llamo hombre vicioso al amante popular que ama el cuerpo más bien que el alma; porque su amor no puede tener duración, puesto que ama una cosa que no dura.
Por esto se mira como vergonzoso el entregarse ligeramente, y se exige la prueba del tiempo, que es el que hace conocer mejor todas las cosas.
Es preciso tratar al amor como a la filosofía y a la virtud, y que sus leyes tiendan al mismo fin...
Es bello amar cuando la causa es la virtud. Este amor es el de la Afrodita urania; es celeste por sí mismo; es útil a los particulares y a los Estados, y digno para todos de ser objeto de principal estudio, puesto que obliga al amante y al amado a vigilarse a sí mismos y a esforzarse en hacerse mutuamente virtuosos. Todos los demás amores pertenecen a Afrodita popular.
De las bellezas inferiores se eleva hacia las bellezas supremas, y así se llega de ciencia en ciencia, a la ciencia de lo bello mismo y se concluye por conocerla tal como es en sí. Si por algo tiene mérito esta vida, es por la contemplación de la belleza absoluta.
Solo al que produce y alimenta la verdadera virtud, corresponde el ser amado por Dios.
Platón (Diálogo: El Banquete)
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