¿Existe el mal en el mundo?



¿Existe el mal en el mundo? Por supuesto, existe. Pero ¿quién lo creó? La respuesta es el hombre.

El mal en el mundo aparece ahora en la forma de:

  • Codicia
  • Explotación
  • Odio
  • Totalitarismo
  • Contaminación
  • Enfermedades
  • Separatismo
  • Ignorancia
  • Egoísmo
  • Vanidad
  • Miedo
  • Y todos esos pensamientos, emociones y acciones relacionados con los elementos anteriores
Por supuesto que el mal existe, porque nosotros lo hemos creado. Por supuesto, el bien también existe porque algunos de nosotros lo hemos creado.

Recién estamos descubriendo que es a través de la bondad que podemos disfrutar toda la creación. Con el mal destruimos la creación, y también a nosotros mismos. Por lo tanto, el mal no está en favor de la supervivencia; el bien sí. 

¿Cómo nos desharemos del mal? Enseñando a la humanidad a deshacerse de los malos
  • Pensamientos
  • Emociones
  • Acciones
Vivir la vida para el beneficio de todo lo que existe es el bien más elevado



Torkom Saraydarian
Combatiendo fuerzas oscuras- fragmento

La materia es el mal o son nuestros apegos e ilusiones?

 Resultado de imagen de imagenes de la naturaleza mas hermosas del mundo

La idea según la cual: la materia y sus manifestaciones Proteicas son la fuente y el origen del mal y del dolor universal, es muy antigua, aunque Gautama Buda fue el primero en brindarle su expresión definida. Sin embargo, el reformador indo, ¡seguramente nunca se propuso de convertirla en el asidero al cual el pesimista moderno pudiese aferrarse, ni en un clavo al que el materialista pudiera colgarle sus doctrinas tergiversadas y deletéreas! El Sabio y Filósofo, que se sacrificó por la Humanidad, viviendo por ella a fin de salvarla, enseñando a las personas a ver en la existencia sensual de la materia, únicamente la miseria, nunca pensó, en su profunda mente filosófica, en ofrecer una recompensa por el suicidio. Sus esfuerzos consistían en liberar a la humanidad del vínculo demasiado fuerte hacia la vida, que es la causa principal del Egoísmo y por ende, el creador del dolor y del sufrimiento recíproco. En su caso personal, Buda nos ha dejado un ejemplo de fortaleza a seguir: vivir la vida sin huir de ella. Su doctrina muestra el mal inmanente, no en la materia, que es eterna, sino en las ilusiones que crea a través de los cambios y transformaciones de la materia generadora de vida, porque estos cambios son condicionados y esta existencia es efímera. Al mismo tiempo: según consta, estos males no sólo son inevitables, sino necesarios; ya que, si queremos discernir el bien del mal, la luz de las tinieblas, apreciando la primera, esto es posible únicamente por medio del contraste entre los dos. Aunque el significado literal de la filosofía de Buda indica sólo el lado oscuro de las cosas en este plano ilusorio, su esoterismo, su alma oculta, descorre el velo revelando al Arhat las glorias completas de la Vida Eterna en toda la Homogeneidad de la Conciencia y del Ser. Indudablemente, para la ciencia materialista y aún para el idealismo moderno, ésta es otro absurdo, mientras que es un hecho para el Sabio y el Panteista esotérico.  

Sin embargo, la idea raíz según la cual: el mal nace y es engendrado por las complicaciones siempre crecientes del material homogéneo que entra en la forma, diferenciándose más y más tan pronto como ésta adquiere un aspecto físico más perfecto, tiene un lado esotérico acerca del cual el pesimista moderno nunca parece estar consciente. Sin embargo, toda nación antigua pensante especuló sobre su aspecto literal. Aún en la India, el Sectarismo ha tergiversado el pensamiento primitivo yacente en la fórmula que acabamos de mencionar, conduciendo así a las observancias ritualísticas y puramente dogmáticas de los Hatha Yoguis, la antitesis del Raja Yoga filosófico Vedántico. La especulación pagana y cristiana y hasta el ascetismo monástico medieval, han extraído todo lo que pudieron de la original y noble idea, subordinándola a sus opiniones estrechas y sectarias. Sus falsos conceptos han conducido a los cristianos, desde sus albores, a identificar a la mujer con el Mal y la materia, no obstante el culto que la Iglesia Católico Romana rinde a la Virgen.

Resultado de imagen de imagenes de la naturaleza mas hermosas del mundo

H.P.  Blavatsky


La relación de los astros con los hombres

Resultado de imagen de imagenes del cosmos y el universo hd

Más  adelante  demuestra  Paracelso  que  en  el  hombre  late   una “fuerza sidérea” emanada  de  los  astros,  que   constituye  su  forma  astral.   Esta   fuerza   sidérea,  que pudiéramos llamar espíritu de la materia cometaria, permanece directamente relacionada  con  los  astros   de   que   procede   y   así   quedan   los  hombres   en   mutua atracción  magnética.  Considera  también  Paracelso,  que  el  cuerpo  humano  tiene   la misma  composición  química  que  la  tierra  y  los  demás  astros,  y  dice  así:  “El cuerpo procede de los elementos y el alma de los astros...De los elementos saca  el  hombre  en comida  y  bebida  lo  necesario para  sustentar  su  carne  y  sangre;  pero  de  las  estrellas  le viene  el  sustento  de  la  mente  y  pensamientos  de   su  alma”.  Vemos  corroboradas  hoy estas afirmaciones  de  Paracelso,  por  cuanto  el  espectroscopio  demuestra  la  identidad química, entre el cuerpo humano y el sistema  planetario, y  los  físicos  enseñan desde  la cátedra la magnética atracción del sol y de los planetas.

También expuso Paracelso, y a los fisiólogos toca comprobarlo, que  el cuerpo  no sólo se alimenta por medio del estómago, “sino también, aunque imperceptiblemente, de  la natural fuerza magnética de  que  cada  individuo  extrae  su nutrición  específica...; pues de  los  elementos  en  equilibrio  atrae  el  hombre  la  salud  y   de   los   perturbados  la enfermedad”.  La  ciencia  admite  que  los  organismos vivientes  están  sujetos  a  leyes  de afinidad química,  y  la  propiedad  más  notable  de   los   tejidos   orgánicos,  según  los fisiólogos,  es  la   absorción. Por  lo  tanto, nada  de   extraño  tiene   la   afirmación  de Paracelso  de  que  el  cuerpo  humano, a  causa  de  su  naturaleza  química  y  magnética, absorbe  las  influencias siderales.  ¿Qué  puede  objetar  la  ciencia  a  la  afirmación  de  que los astros nos atraen y a nuestra vez los atraemos? Así lo prueba  el  descubrimiento  del barón de Reichenbach, de que las emanaciones ódicas del hombre son idénticas a  las  de los minerales y vegetales. Paracelso afirmó la unidad constitutiva  del  universo, al decir, que “el cuerpo humano contiene materia cósmica”, pues el espectroscopio no  sólo  ha  demostrado  la  existencia en el sol  y  demás  estrellas,  fijas  de  los  mismos  elementos  químicos  dé  la  tierra,  sino también  que  cada  estrella es un sol  de  constitución  similar al  nuestro. Según Mayer, las condiciones magnéticas de la tierra  dependen  de  las  variaciones  que sufre la superficie solar a cuyas emanaciones está sujeta, por lo que  si  las  estrellas  son  soles, ambién han de influir proporcionalmente en la tierra.

Van  Helmont,  discípulo  de   Paracelso,  repite  en  gran parte   los   conceptos   de  su maestro,  aunque  expone  más  acabadamente  las  teorías  del  magnetismo  y  atribuye  el magnale magnum  o  propiedad  de  mutuo  afecto  entre dos  personas  a  la  simpatía universal  entre  todas  las  cosas  de  la  naturaleza.  La  causa  produce  el  efecto,   el  efecto reacciona sobre la causa y ambos se influyen  recíprocamente.  A  este  propósito  dice:  “El magnetismo es una fuerza desconocida, de naturaleza  celeste,  sumamente  semejante  a la  de  los  astros,  que  no  está  impedida  por  límite  alguno  de  espacio  o  tiempo...Toda criatura tiene  su  peculiar  potencia  celeste  y  está íntimamente  relacionada  con  el  cielo. Esta mágica  potencia  del   hombre   permanece latente   en  el   interior hasta  que  se actualiza  en  el  exterior.  Esta   sabiduría   y  poder   mágicos  están   dormidos,   pero   la sugestión   los   pone   en   actividad   y   se   acrecientan   a  medida   que  se  reprimen  las tenebrosas pasiones de  la carne...Esto  lo  consigue  el  arte  cabalístico,  que  devuelve  al alma  aquella  mágica  y  sin embargo  natural  energía  y  la  despierta  del  sueño  en  que   se hallaba sumida”.

Paracelso y Van Helmont reconocen el gran poder de la voluntad  durante  los  éxtasis  y dicen que “el espíritu  es  el  medio  del  magnetismo  y  está  difundido  por  todas  partes”,por  lo  que  la  pura  y  primieval  magia  no   ha   de  consistir  en  prácticas  supersticiosas  ni ceremonias vanas, sino en la imperiosa voluntad del hombre; pues “el alma  y  el  espíritu que  en  él  se  ocultan,  como  el  fuego  en  el  pedernal,  y  no  los  espíritus  celestes  ni infernales, dominan la naturaleza física.”Todos  los  filósofos  medioevales  profesaron  la  teoría  de   la  influencia sidérea  en  el hombre. A este propósito,  dice  Cornelio Agrippa: “Las  estrellas  constan  de  los  mismos elementos que  los  cuerpos  terrestres  y  por  esta  razón  se  atraen  recíprocamente  las ideas... Las influencias se ejercen tan sólo con auxilio del espíritu  difundido por  todo  el universo  en  armonía  con  los  espíritus  humanos. El que anhele adquirir  facultades sobrenaturales  debe  tener fe,  esperanza  y  amor...En todas  las  cosas  hay  un  oculto  y secreto poder de que dependen las maravillosas facultades mágicas. ”Las  modernas  teorías   del  general Pleasanton coinciden  con  las opiniones  de  los filósofos del  fuego; sobre  todo  la  referente  a  las  electricidades  positiva  y  negativa  del hombre  y  de  la  mujer y  a  la  atracción  y  repulsión  mutuas  de  todas  las  cosas   de   la naturaleza, que  parece  tomada  de  Roberto  Fludd,  gran maestre  de  los   rosacruces ingleses, quien  dice  a  este  propósito: “Cuando  dos  hombres  se  acercan uno  a  otro,  su magnetismo  es  pasivo–negativo   o   activo–positivo. Si las emanaciones de   ambos chocan  y  se  repelen,  nace  la  antipatía;  pero  cuando  se  interpenetran  sin  chocar,  el magnetismo es positivo, porque los rayos proceden del centro de  la circunferencia,  y  en este caso, no sólo influyen en las enfermedades,  sino  también  en  los  sentimientos.  Este magnetismo simpático  se  establece,  además  de  entre los  animales,  entre  éstos  y  las plantas”

Mesmer  en  sus  Cartas  a  un  médico  extranjero, entre otras proposiciones contienen las que siguen:1.ª Hay recíproca influencia entre los astros, la tierra y los seres vivientes. 2.ª El  medio  transmisor  de  esta  influencia  es  un  fluido  universal  y  unitónicamente difundido  por  todas  partes,  de  modo  que  no  consiente vacío  alguno,  cuya  sutilidad excede  a  toda  ponderación  y  que  por  su  naturaleza  es  capaz  de  recibir, propagar  y transmitir todas las vibraciones de movimiento. 3.ª Esta influencia recíproca está sujeta a leyes dinámicas desconocidas por ahora. Resulta, en consecuencia, que Stewart no dijo nada  nuevo al  decir  que  el  universo  era semejante a una enorme máquina. El profesor  Mayer  corrobora  la  opinión  de  Gilbert  acerca  de  que  la  tierra  es  un gigantesco imán,  y supone  que  su  potencial  depende  de  las  emanaciones del sol, pues varía misteriosamente en función de los movimientos terrestres de rotación  y  traslación y  en  simpatía  con  las  inmensas oleadas ígneas que  agitan  la  superficie  del  astro  solar, añadiendo que entre el sol y la tierra hay un sucesivo flujo y reflujo de influencias.

Pero  la  obra  citada  nos  da  los  mismos  conceptos   en  las  siguientes  proposiciones  de Mesmer: 4.ª De esta acción dimanan alternados efectos  que  pueden considerarse como  flujo  y reflujo. 6.ª Por este medio operante, el  más universal  de  cuantos  la  naturaleza  nos  presenta, se   establecen   las   relaciones   de   actividad entre los astros,   la   tierra  y  sus  partes constituyentes. 7.ª  De  esta  operación  dependen  las  propiedades  de  la  materia  así  inorgánica como organica. 8.ª El cuerpo animal experimenta  los alternados  efectos  de  este  agente  por  conducto de la substancia nerviosa que transmite su acción.

Ejemplo  de  ello  nos  da  Newton,  antorcha  de  la  ciencia, que creía  en  el  magnetismo  según  lo  enseñaron Paracelso, Van   Helmont  y  demás filósofos  del  fuego.  Nadie  negará que  la  teoría  newtoniana  de   la  gravitación  universal tiene  su  raíz  en  el  magnetismo, pues  él  mismo  nos  dice que fundaba todas  sus especulaciones científicas en el  “alma del  mundo”,en  el  universal y magnético  agente  a que denominó divinum sensorium. A  este  propósito  añade: “Hay  un  espíritu  sutilísimo que penetra todas las cosas, aun los cuerpos más duros, y está oculto en su  substancia. Por  virtud  de  la   actividad   y  energía  de  este  espíritu,  se  atraen  recíprocamente  los cuerpos y  se adhieren  al  ponerse  en  contacto. Por  él  los  cuerpos  eléctricos  se  atraen  y repelen desde lejanas distancias, y  la  luz  se  difunde,  refleja,  refracta  y  colora  los cuerpos.  Por  él  se  mueven  los  animales  y  se  excitan  los  sentidos.  Pero  esto no  puede explicarse en pocas palabras, porque  nos  falta  la  necesaria  experiencia  para determinarlas leyes que rigen la actividad operante de este agente.

Pero los antiguos, sabían que las relaciones interplanetarias son tan perfectas como las establecidas en los glóbulos de la sangre que, flotantes en el mismo fluido, reciben las combinadas influencias de todos los demás, al par que cada uno de ellos influye en todo.

Aunque  durante  nuestra  breve  estancia  en  la  tierra  pueda compararse  el   alma   a  una luz  puesta  debajo  del  celemín, no  deja  de  brillar por ello y de recibir  la  influencia de espíritus afines, de modo que todo pensamiento bueno o  malo  atrae vibraciones  de  su misma naturaleza, tan irresistiblemente. como el imán  atrae  las  limaduras  de  hierro,  en proporción  a  la  intensidad  de  las  vibraciones  etéreas  del  pensamiento;  y  así  se   explica que  un  hombre  se  sobreponga  imperiosamente  a  su  tiempo y  que  su  influencia  se transmita  de  una  a  otra  época  por  medio  de  las  recíprocas  corrientes  de  energía  entre los mundos  visible  e  invisible,  hasta afectar  a  gran parte  del  género humano.

Resultado de imagen de imagenes del cosmos y el universo hd

H.P.Blavatsky- Isis sin Velo- fragmentos

Hacia la perfección...




Resultado de imagen de imagenes de gente corriendo


La naturaleza nunca deja nada imperfecto, y si fracasa en el primer intento, lo reitera hasta triunfar. Cuando se desenvuelve un embrión humano, el plan de la naturaleza es que produzca un hombre físico, intelectual y espiritualmente perfecto. El cuerpo ha de nacer, crecer y morir; la mente ha de educirse, robustecerse y equilibrarse; el espíritu ha de iluminar mente y cuerpo de modo que con él se identifiquen. Todo ser humano ha de recorrer el "círculo de necesidad" para llegar al término de su perfección. Así como los rezagados en una carrera se afanan tan sólo al principio, mientras que el vencedor no para hasta alcanzar la meta, así también en la carrera del perfeccionamiento hay espíritus que se adelantan y llegan a la meta cuando los demás quedan detenidos por los obstáculos que les opone la materia. Algunos desdichados caen para no volverse a levantan y pierden toda esperanza de vencimiento, pero otros se levantan y empiezan de nuevo la carrera.


H.P. Blavatsky. fragmento de ISIS SIN VELO- Tomo 2