DESPERTAR TRAS LA MUERTE


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"Despertar  tras la  muerte y entrar en  la vida  eterna. Cuando  el cuerpo  ya  no  puede  seguir  desempeñando   sus funciones  en  el mundo   físico,  es decir, todas  aquellas  ac-tividades  relacionadas  con  los  pensamientos   e inclinaciones  de  su  espíritu  (que  la persona  recibe  del  mundo   espiritual),   entonces,   decimos   que  ha  muerto.   Esto  sucede cuando  el  movimiento   respiratorio   de  los  pulmones,   así como  el movimiento   sistólico  del  corazón  se detienen. No obstante,  la persona  no muere, sino que simplemen-te  es separada  de su componente  físico, el cual le resultaba de gran utilidad  en  el mundo. La persona  real sigue viva. Decimos  que  sigue viva  porque  la  persona  no  es  una persona  a causa de su cuerpo, sino  a causa de su espíritu. El espíritu  es el que  crea los pensamientos,  y éstos, junto  con el afecto, son  los que  constituyen  la persona. De  ello  podemos  deducir  que,  cuando  alguien  fallece, simplemente  pasa de un  mundo  a otro. Éste es el motivo por el cual, en  las Escrituras, el significado más  profundo  de  la palabra «muerte» hace referencia a la resurrección y a la continuidad  de la vida. Con lo que  más íntimamente  se comunica  el espíritu  es con  la respiración  y con  los  movimientos  del  corazón.  

Los pensamientos  del espíritu  se comunican  con la respiración, y el afecto, característica del amor,  con el corazón.  Así pues, cuando  estos  dos  movimientos  cesan  en  el  cuerpo,  inmediatamente   tiene  lugar  una  separación.   Estos  dos  movi-mientos  ( el movimiento  respiratorio  de  los pulmones  y el sistólico  del  corazón)  son  los verdaderos  vínculos  entre  el cuerpo  y  el  espíritu,  cuya  ruptura  hace  que  lo  único  que permanezca  sea el espíritu.  El cuerpo,  al carecer de  la fuerza  de  su  espíritu,  empieza  a  enfriarse  y  a  descomponerse. La razón  por  la  cual  el  espíritu  de  una  persona  se comunica  mucho  más  profundamente    con  la  respiración  y con  los  movimientos   del  corazón  se debe  a que  todas  las funciones  vitales  del  cuerpo  dependen   de estos  dos  movi-mientos,  no  sólo  en general,  sino  también  en todas  y cada una  de  sus partes. Después  de  esta  separación, el espíritu  de  la  persona sigue  permaneciendo    en el cuerpo   durante   un  tiempo, pero  nunca  después  de  que  el  corazón  se  haya  detenido completamente.   Esto  depende  de  la  causa  que  haya  provocado  la muerte  de  la persona  porque,  en  algunos  casos, el corazón  sigue  funcionando   durante  bastantes  minutos y, en  otros,  durante  muy  pocos. En  el  momento   en  el  que  esta  función  se  detiene,  la persona  es despertada,  esto es algo que  únicamente  puede hacer  el  Señor.  «Despertar»  significa  sacar  el  espíritu  de una  persona  fuera  de  su  cuerpo  para  conducirlo   hacia  el mundo   espiritual,  es  lo  que  normalmente    se  denomina «resurrección». El hecho  de  que el espíritu  de  las  personas  no  sea  se-parado  de  su  cuerpo  antes  de  que el corazón  haya  dejado de funcionar  se debe  a que  el corazón  es el órgano  que  se  corresponde   con  el  afecto  procedente   del  amor,  determi-nante  en la vida  real de la persona,  ya que  todos  conseguimos  el calor vital  a través del  amor.  En consecuencia,  esta correspondencia  existe hasta  que  dura  el vínculo,  y como resultado   la  presencia  de  la  vida  del  espíritu  dentro   del cuerpo. De  este  modo  se  produce  el  despertar.  No  sólo  lo  sé porque  así  me  lo  han  contado,  sino  porque  las  experien-cias  de  la  vida  también  me  lo  han  demostrado,   por  ello poseo  un  profundo   conocimiento   de  cómo  sucede. 

Fui conducido  a un  estado  de inconciencia  en cuanto  a lo  que  concernía  a  mis  sentidos  físicos, es  decir, prácticamente  a la condición  de  las personas  que  se están  muriendo.  De  todas  formas,  mi  vida  más  interior,  incluidos  mis pensamientos,    permanecieron    intactos,   de   manera   que podía  seguir percibiendo  y recordando  las cosas que habían ocurrido,  lo  cual es algo que  siempre  suele sucederles a las personas  que  son  despertadas  de la muerte. Me di  cuenta  de  que  mi  respiración  física se iba  debilitando  por  momentos, mientras  que  mi  aliento  espiritual seguía  manteniéndose  unido  a la ligera, pero  todavía  permaneciente  respiración  de  mi  cuerpo. Después,  se  estableció  una  especie  de  comunicación entre  los  latidos  de  mi  corazón  y  el reino  celestial (dado que  este reino  se corresponde  con  el corazón  de  la persona).  Incluso  llegué  a ver unos cuantos  ángeles, algunos  a cierta  distancia  y  dos  de  ellos  sentados  en  mi  cabecera. Ello provocó  la  desaparición   de  todos  mis  afectos  personales,  aunque  los pensamientos   y las percepciones  siguieron  estando  ahí.  Permanecí  en  ese  estado  durante  varias horas. 

Entonces,  los  espíritus  que  me  rodeaban   se  alejaron de  mí,  declarando  que  ya  estaba  muerto.  Se podía  percibir  un  olor  aromático,   parecido   al  que  desprenden  los cuerpos  embalsamados. Cuando  los  ángeles  celestiales  se hallan  presentes,  cualquier  cosa que  tenga  que ver con  un cadáver  es percibida  como  algo  aromático,  es lo  que  impide  a los espíritus  el acercarse a él cuando  lo huelen.  Ésta es la forma  en la  que  los  espíritus  malignos  son  mantenidos  alejados  del espíritu  de una  persona  en el preciso  momento  en  el  que  ésta  es  conducida  hacia  la  vida  eterna. Los ángeles  que  estaban  sentados  junto  a mi  cabecera permanecían  silenciosos, sólo  sus pensamientos   se comunicaban   con  los  míos.  Cuando   estos  pensamientos   son aceptados,  los  ángeles saben  que  el espíritu  de la persona ya  está  preparado   para  ser separado  de  su  cuerpo.  La comunicación  de sus pensamientos  tenía  lugar a través de su mirada ya que, de hecho, ésta es la forma en que la comunicación  de pensamientos se lleva a cabo  en  el cielo. Mientras  permanecía  inmerso  en  mis  pensamientos  y percepciones  con  el  fin  de  conocer  y  de  recordar  cómo tiene  lugar  el  despertar,  me  di  cuenta  de  que  lo  primero que  intentaban  descubrir  los  ángeles  era  cuáles  eran mis pensamientos y si eran los mismos  que  los de las personas que  mueren,  normalmente  sobre  la vida  eterna. Al mismo tiempo,  también  pude  darme  cuenta  de que  éstos querían mantener  mi  mente  ocupada  en tales  pensamientos. Más tarde  me  explicaron  que,  cuando  muere  el  cuerpo,  el espíritu  de una  persona  es mantenido  en su último pensamiento  hasta  que vuelve a los pensamientos derivados del afecto y relacionados con  el amor  que  sintiera  en este  mundo,  tanto  de forma  general  como  particular. 

Sobre  todo,  se me  permitió  poder  llegar  a percibir  y a sentir  como  una  especie de visión,  es decir, toda  una  serie de  dibujos  relacionados   con  los  elementos  más  interiorizados  de mi  mente  y, por  lo tanto,  de mi  espíritu,  fuera  de mi  cuerpo.  Me  explicaron  que  esto  era  algo  que  hacía  el Señor  y que  era  el origen  de toda  resurrección. Cuando  los  ángeles  celestiales  están  con  personas  que han  sido  despertadas,  no  las  abandonan,   porque  aman  a todas  y a cada  una  de  ellas.  Pero,  cuando  se trata  de  espíritus  que  no  pueden  mantener  una  amistad  con  los  ánge-les  celestiales  por   más  tiempo,   entonces,   éstos  desean apartarse  de  ellos. Cuando esto sucede, los  ángeles  del  reino  espiritual del  Señor  acuden  directamente  hacia  aquellos  espíritus  a quienes  les  está  otorgado  el  beneficio de  la luz.  Porque, llegados  a  este  punto,  ya  no  ven  nada,  tan  sólo  piensan. También   me  enseñaron  el  procedimiento.  En  cierta forma,  estos  ángeles  parecían  abrir  el párpado   del  ojo  izquierdo, moviéndolo  hacia  el  puente  de  la  nariz,  de forma  que  el  ojo  quedaba  abierto  y  capacitado  para  ver. Aunque  la percepción  total  de un  espíritu  es que  las cosas suceden  de este modo, tan  sólo  se trata  de una  apariencia. En  cuanto   los  párpados   han  sido  abiertos,  algo  brillante, pero  borroso, se va haciendo  cada vez más  visible, al igual  que  cuando  una  persona  se despierta  y mira  a su alrededor  con  los  ojos  medio   abiertos.  Llegado  a  este punto, esa brillante nebulosidad  me  pareció  de  un  color celestial,  pero  entonces  me  explicaron  que  esto  era  algo que  podía  variar. Después,  sentí como  si  alguna  cosa  resbalara  suavemente  por  mi  cara, provocándome   un  pensamiento   espiritual.  El sentir  algo  que  roza  la  cara también  es una  apariencia  que  sirve para  describir  que  la persona  ya ha  pasado  del  pensamiento   físico  al  pensamiento   espiritual.  Los ángeles  siempre  tienen  mucho  cuidado  a  la  hora  de  prevenir  la  aparición  de  cualquier  concepto  por  parte  de  la persona  que  ha  despertado, a no  ser que  éste proceda  del amor.  Entonces, le explican  que  es un  espíritu. Una vez les ha  sido  otorgado  el beneficio  de la luz, los ángeles  espirituales  ofrecen  a  los  nuevos  espíritus  toda  la ayuda  que  puedan  necesitar  en tales condiciones  y les imparten  enseñanzas  sobre  las  cosas  que  existen  en  la  otra vida,  pero  sólo  de  forma  comprensible  para  ellos. Pero si no  desean ser enseñados,  entonces, aquellos  que han  sido  despertados  ansían  liberarse  de  la  compañía  de estos  ángeles. Sin  embargo,  no  son  los  ángeles quienes  se alejan de ellos, sino  que  son  ellos mismos  quienes  se apartan de su lado. Y es que, realmente, los ángeles aman  a todos los  individuos  y lo  que  más  desean  es poder  resultarles de alguna utilidad,  enseñarles lo que saben y conducirlos hacia el cielo. Los ángeles siempre  disfrutan haciendo  esto."

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EMMANUEL SWEDENBORG
DESPERTAR TRAS LA MUERTE
 El viaje del alma hacia los reinos espirituales tras la muerte del cuerpo


Sobre la Sabiduría y la verdad




"Nada puede subir al cielo, sino aquello que ha bajado de él, sólo venciendo lo que es falso, podemos hacernos receptivos a lo que es verdadero. Dice Eckhart: "La Sabiduría Divina es a Dios lo que la luz al sol; es una con El, una actividad necesaria, una fuente inagotable que mana del corazón de Dios"


Ni la verdad ni la Sabiduría pueden fabricarse.

Esta ciencia no requiere meras palabras, sino conocimiento propio. La Sabiduría no puede ser enseñada, sólo por ella misma; pero una ciencia basada en el conocimiento de la verdad, disipa las nubes que impiden a la luz de la verdad entrar en el corazón e incorporarse y manifestarse en el hombre"


Nadie puede reconocer un estado de conciencia,  si no lo ha experimentado nunca.

Aquel poder espiritual del conocimiento del alma que se llama "contemplación interior" y que Paracelso llama Fe, es la facultad que en el presente es tan desconocida, sumamente difícil de explicar. Es un poder que no pertenece ni a la naturaleza física, ni a la animal, ni a la intelectual del hombre, sino al hombre espiritual (Atma-Budhi-Manas); a aquella parte superior de su ser, la cual en la mayor parte de los hombres, por intelectuales que sean, no ha despertado aún a la vida, sino que se halla todavía latente, sepultada en la tumba de la materialidad en la cual no puede penetrar la luz de la Verdad divina."

fragmentos de Franz Hartman

Las formas mentales y su poder ...


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"El Universo es mente,
todo es mental"
El Kybalion

Esta antigua -y siempre actual- afirmación que los griegos extrajeron de más viejos aforismos egipcios y que nos ha llegado a través de las versiones de los neoplatónicos de Pérgamo y Alejandría conservaron, y cuyos fragmentos han sido comentados y recomendado muchas veces con mayor o menor fortuna, guarda una verdad que rebasa el campo de lo metafísico para llegar hasta lo cotidiano, lo que nos afecta a todos en cualquier momento.

Cada uno de nosotros y nuestro entorno cobra realidad sensible según como es pensado. Esto no cambia los Arquetipos que nos aguardan al final del Sendero, tal cual Platón explicó genialmente, pero nuestra intención en este artículo es referirnos, no al Logos o Idea Divina que cual timonel rige la marcha del Universo de manera inteligente y que se refleja en las estrellas y en los átomos, sino a la parte humana que nos toca vivir, personalmente, en los límites de nuestro espacio-tiempo.


No debemos ser egoístas, pero no podemos evitar el ser egocéntricos.


Protágoras dijo que: "el Hombre es la medida de todas las cosas" y con ello se refería no sólo a la conciencia humana y al universo, sino hasta a su cuerpo físico, que le da noción de lo pequeño y de lo grande, de lo cercano y lo lejano. El Hombre-microcosmos es en sí una imagen viviente de ese Dios-macrocosmos en el cual Es y Está.


Todo valor capaz de ser entendido y vivido, realmente vivido por cada uno de nosotros, entraña no tanto una ascesis a las Escondidas Fuentes de la Verdad, sino a relaciones entre nuestro Yo y lo que podemos llamar nuestro entorno.

Pero esto nos presenta un doble problema inicial: cuando nacimos a esta vida es evidente que nuestro entorno ya existía, y así tomamos conciencia de creencias religiosas, políticas, científicas, artísticas, usos sociales según sexo y condición, expresión idiomática según la lengua del país y la familia en la cual nos desarrollamos. Apreciamos alimentos y bebidas. Aprendimos a manejar instrumentos , desde nuestro propio cuerpo hasta las máquinas y utensilios de propiedad o de uso que nos rodearon. Pero...ante esta preexistencia del entorno nos podemos preguntar: ¿Y yo, existía antes de nacer? ¿Dónde? ¿Cómo?... Y si Yo no existía, ¿nací con mi cuerpo? ¿Mi Yo es sólo la suma y combinación de propiedades de la materia, algunas desconocidas aún científicamente?


El poder pensar percibiéndolo le otorga realidad a mi entorno. ¿No cabría, pues, que a medida que me fuí pensando, a mí mismo me fuí otorgando también realidad? Y si esto fuese cierto, ¿no dependerá la existencia de mi Yo de la existencia de mi entorno?


Esta pregunta aparentemente lógica y que tanto preocupa a los materialistas es un burdo sofisma.


Si fuese cierto que comenzamos a existir con nuestro entorno y que nuestro Yo no es preexistente, todos los niños nacidos en parecidas condiciones serían por fuerza parecidos en todo. Pues siendo la única fuerza la del entorno, y siendo el Yo un producto de él, saldríamos todos iguales de las "líneas de montaje" de la Naturaleza, tal cual   salen los coches o los aviones. Pero no somos cosas: somos Seres. Y las diferencias que se dan aun en personas criadas en un mismo hogar y ambiente -diferencias profundas y no tangenciales-nos demuestran la preexistencia de un Yo diferenciado para cada uno de nosotros. Pensamos diferente y por ende sentimos y somos diferentes. No hay una persona exactamente igual a otra.



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Así, al nacer, más allá del "habitat" se manifiestan características propias de cada uno. Nuestro Yo es una complicadísima idea-forma que no tiene igual. Es razonable pensar que venimos modelados por experiencias diferentes, en vidas anteriores, en donde también habremos sido diferentes de todos los demás tras una acumulación de milenios experienciales.

Nuestros conocimientos de historia nos enseñan que los entornos de las distintas épocas y países han sido asimismo diferentes. Y siendo nosotros mismos desde un remoto pasado distintos, hace que en la relación diferenciada con escenarios vitales diferentes, no podamos ser iguales los unos a los otros.

Sentada esta diferencia, el "nosotros" no es más que una relación más o menos armónica o conflictiva con los demás. De allí que Platón conciba la sociedad como una interrelación entre diferentes individuos. Cada uno de estos individuos tiene su propia concepción de sí mismo y de su entorno. Todo intento de masificación homogénea es artificial y doloroso.

Por eso debemos cuidar la pureza y la nobleza de nuestras formas mentales, pues cada pensamiento que albergamos o emitimos, tiene su propia dinámica emanada de la de nuestro Yo en relación al no-Yo o entorno.

"Una ética profunda, una noción instintiva de lo bueno -fruto de la experiencia kármica acumulada- nos inclina a ser no sólo buenos, sino a rodearnos de todo lo mejor posible. Porque un entorno esencialmente y existencialmente bueno no nos perjudicará. No nos dañará ni dañaremos a nadie, Y ese entorno no comienza como aparentemente parecería, en los demás, sino dentro de nosotros mismos, en una forma de "sub-entorno" que rodea el Ego o Yo profundo.

Estamos habitados por miles de ideas-forma que originan goces, dolores, pasiones, distorsiones, aberrantes, fallas en el cálculo del valor de las cosas y de los hombres.

Para mejor comprensión de los anteriores conceptos, es ventajoso recordar que el Esoterismo de todos los tiempos ha concebido al hombre como un perfecto robot en lo físico, pero a su vez obediente a factores biológicos, vitales, psicológicos, mentales, intuicionales y espirituales.

Esta constitución septenaria hace que cada una de sus partes refleje al todo, es decir que cada uno de los vehículos del hombre es también septenario, con lo que nos encontramos con una Mente. que según el cuadro pedagógico de la gran ocultista H.P.Blavatrsky, presentaría estas características:

Mente Superior (Manas)
1) Manas-Atma (Espiritual) color violeta (temas heroicos, místico y filosóficos)
2) Manas Budhi (Intuicional) color plateado (temas religiosos)
3) Manas-Manas (Mente pura sobre la que se reflejan los principios latentes de Atma y Budhi, conformando el cuerpo causal o Yo) color azul (intelecto, razón pura, filosofía especulativa, ciencias puras)

Mente inferior (Kama Manas)
4) Antakarana o Puente (Mental sombrío. Mansión de las obsesiones) color verde (temas especulativos concretos, técnicos y mecánicos. ciencias aplicadas)
5)K.Manas-Astral (Mental que da forma a deseos) color rojo (temas emociones, exaltaciones, sensaciones, dolores y placeres)
6) K. Manas- Pránico (Mental vigorizado por el aliento de Vida) color naranja combinado al rojo sangre. Dan vida y calor a las demás.
7) K. Manas- Denso (Mental referido a las cosas físicas) colores cálidos oscuros, entramado polícromo. Con su relativa inercia generan las afirmaciones de la opinión.

Como las formas mentales sufren el efecto universal del "boomerang", tienden a regresar al punto de donde partieron, especialmente si no dan en el "blanco" al cual estaban dirigidas. De allí las recomendaciones milenarias de alentar los buenos pensamientos y desalentar los malos, pues aparte de los impactos que puedan provocar en el entorno exterior, es inexorable que regresen y, muchas veces potenciados, golpeen y aniden en el entorno interior, o sea, en la propia mente que las engendró. Los orientales dirían que esto es karma, pero no lo debemos entender como un karma de tipo aritmético simple, sino vital.
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Cuando se planta una semilla no deviene de ella otra semilla, sino un vegetal que contiene centuplicadas copias semejantes a la semilla que lo originó pues, imbricada en la tierra, absorbe de ella los elementos que la potencian. Es un eco múltiple del sonido original y singular.

Esta posibilidad de multiplicación hace que el Ego se vea asaltado por miles de formas mentales ajenas, propias y mixtas. La voluntad poco entrenada del individuo actual, se convierte en juguete de estas formas mentales y así, desde la elección de una pasta dentífrica hasta la de una posición política o una forma de vida, se ve movido constantemente por las grandes oleadas de la marea multitudinaria que manejan las circunstancias, a la vez reflejos de combinaciones de situaciones previas, ya dadas cuando el individuo aparece en escena y de los poderes escondidos de voluntades que no son siempre humanas.

Tras los actos que aparentan ser puramente humanos se esconden fuerzas de la Naturaleza a la manera de grandes Elementales y es suicida debilitar la voluntad de los hombres. La férrea disciplina de los viejos monasterios y los viejos cuarteles militares no era tan tonta como hoy nos quieren hacer creer. Ella forjaba Hombres, en el mejor sentido de esta palabra. Una procesión o un ejército en marcha es la antítesis de la majada, del rebaño goloso que se detiene aquí y allí a mordisquear lo primero que sale del suelo abonado por sus propios excrementos. El sentido de la Mística, de la exaltación de los valores éticos profundos, de la generosidad, del coraje y del manejo del cuerpo, crean formas mentales que, al revertirse sobre la sociedad y sobre sus propios proyectores, lo ennoblecen y purifican todo, alejando los espíritus nefastos que promueven las enfermedades físicas y metafísicas.


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La carencia de estas disciplinas permite que se descuelguen como temibles vampiros las peores formas mentales, algunas dormidas durante siglos en los oscuros rincones de lo que hoy se llamaría "el inconsciente colectivo" y ataquen a los más débiles de voluntad, debilitándolos más y más y envileciéndolos. De allí salen las tendencias al consumo de las drogas, a la violencia irracional, a la angustia, a la incapacidad laboral y a la falta de potencia para tomar decisiones redentoras.

Los afectados como niños pequeños, siempre están pidiendo algo pero jamás ofrecen nada. Descargados de vitalidad y vacíos de voluntad se arrastran y son arrastrados a la peor de las esclavitudes, que es el servilismo hijo del terror y padre de los errores.

La verdadera libertad es la obediencia a las leyes armónicas que rigen la Naturaleza. Esa es la ecología, y no la politizada que vemos en las calles. Esa libertad de la que sólo pueden disfrutar los puros y los fuertes es la fuente de las formas mentales superiores, las que regresando sobre sus emisores, los nimban con aureolas de santidad y heroísmo. Estas características los vuelven bellos a la vista de los Dioses.

El escudo de fuerza y santidad protege de las larvas y de los engendros de la noche moral por la cual estamos transitando

La espada de la voluntad corta la cabeza de los dragones del miedo, la corrupción y la miseria física y moral.

Del trabajo honrado, del valor para no sólo esgrimir los propios derechos sino de ofrecer los propios deberes, de la bondad y humildad de corazón, de la sana alegría que nos aleja de los alaridos de las bestias, de la oración que es hablar con Dios y del valor frente a la adversidad, de la recta concentración en lo mejor de cada uno de nosotros, nacen las formas mentales más esplendorosas y benéficas, hechas con Voluntad, Amor y Justicia.

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Jorge Angel Livraga Rizzi

Caracter esotérico de los Evangelios

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Primero, “la venida de Cristo” significa la presencia del Christos en un mundo regenerado, y de ninguna manera la venida real de “Cristo”Jesús  en  un  cuerpo.

Dicha  profecía  se  refiere  al  descenso  del  Espíritu  de  la  Verdad  (Christos)sobre  la  Tierra,  después  de  cuya  venida  –que  tampoco  tiene  que  ver  con  Jesús–  dará comienzo  la  Edad  de  Oro.  Y  este  versículo  nos  recuerda  que  para  alcanzar  la  bendita condición de teofanía y teopneustía interiores (o subjetivas) se debe pasar antes por la crucifixión  de  la  carne  o  materia.  Exotéricamente,  las  palabras  Iesous Chreistos theouhuios  sotêr  stauros(Jesús,  Cristo,  Hijo  de  Dios,  Salvador,  Cruz)  parecen  idóneas  para referirse a una profecía cristiana; pero son paganas, y no cristianas.

...pues Christos –el verdadero Salvador esotérico– no es un hombre, sino el Principio Divino en todo ser humano. Quien  se  esfuerza  por  resucitar  al  Espíritu  crucificado  dentro  de  sí  mismo  por  sus propias pasiones terrenales y enterrado en el “sepulcro” de su naturaleza carnal; quien tiene  la  fuerza  de  apartar  la  piedra  de  materia  de  la  puerta  de  su  propio  santuario interior, tiene en sí mismo al Cristo resucitado. El “Hijo del Hombre” no es hijo de la sierva –la carne–, sino en verdad de la mujer libre 64, el Espíritu 65 , hijo de las acciones del hombre y fruto de su propio trabajo espiritual

Los filósofos –al menos algunos de ellos– que entienden el significado oculto de los universalmente esperados Avatâras 66, Mesías, Sosioshes 67  y Cristos, saben que no es “el fin del mundo”, sino “la consumación de la Era”, es decir, un nuevo fin de ciclo, como  lo  es  el  que  ahora  se  aproxima

Aquello que es el ideal más puro y más grande, el símbolo de los símbolos: el Divino  Espíritu  inmortal  en  el  hombre,  ya  se  le  llame  Horus, Krishna, Buddha o Cristo. Ninguno  de  ellos  ha  dicho  jamás  “yo  soy  el  Cristo”;  porque  los  que  han  nacido  en Occidente se sienten tan solo Chrêstianos 69, por más que se esfuercen en llegar a ser Christianos en espíritu.

Las palabras de Jesús anteriormente citadas se aplican con gran exactitud y fuerza a aquellos  que,  en  su  presunción  y  orgullo  colosal,  rehúsan  alcanzar  el  derecho  a semejante nombre, pues para eso deben llevar la vida de Chrêstos 70; a aquellos que se proclaman  arrogantemente  “cristianos”  (glorificados,  ungidos)  por  la  sola  virtud  del bautismo  que  reciben  cuando  no  tienen  más  que  unos  cuantos  días  de  edad.  ¿Acaso puede  todo  aquel  que  ve  los  numerosos  falsos  profetas  y  seudo apóstoles  (de  Cristo) que ahora vagan por el mundo, dudar del conocimiento profético de quien pronunció este notable aviso? Estos han dividido la divina Verdad Una en fragmentos, y roto –sólo en el ámbito de los protestantes– la roca de la Eterna Verdad en trescientos cincuenta y tantos pedazos, que  equivalen  al  total  de  las  sectas  disidentes

La  gran  mayoría  de  sus  respectivos seguidores matan diariamente a Cristo en el madero cruciforme de la materia, el “árbol de la ignominia” de los antiguos romanos. El culto a la letra muerta en la Biblia no es sino una forma más de idolatría, y nada más. Un dogma fundamental de la fe no puede existir bajo la forma de un Jano de doble cara. La “justificación” por Cristo no puede efectuarse por la elección o el capricho de uno, ya sea por la “fe” o por las “obras”; y como Santiago (II, 25) contradice a San Pablo (Heb. XI,31) y viceversa 72, uno de ellos ha de estar equivocado. Por consiguiente, la Biblia no es la “Palabra de Dios”, sino que contiene sólo las palabras de hombres falibles y maestros imperfectos. Ahora bien, cuando se lee  esotéricamente podemos  descubrir  que contiene, aunque  no  toda  la  verdad, sí  nada  más que la verdad  bajo  una  forma alegórica...quot homines, tot sententiae (Hay tantas opiniones como hombres). El principio  Cristo,  el  despierto  y  glorificado  Espíritu de  la Verdad, puesto  que  es universal  y  eterno,  el  verdadero  Christos no  puede  ser  monopolizado  por  persona alguna, aunque esta persona se haya atribuido deliberadamente el título de “Vicario de Cristo” o “Jefe” de una u otra religión estatal. Los espíritus de Chrêstos y “Cristo” no se pueden limitar a un credo o a una secta determinada, por el hecho de que a una secta le plazca  exaltarse  por  encima  de  todas  las  demás  religiones  o  sectas.  El  nombre  de Cristianismo se ha utilizado de forma tan intolerante y tan dogmáticaca, especialmente en nuestros días, que hoy es la religión de la arrogancia par excellence (por excelencia), no más que un peldaño para conseguir las ambiciones personales, una prebenda para la riqueza,  la  impostura  y  el  poder,  una  máscara  donde  esconder  la  hipocresíaPero  rara  vez  el Cristianismo es para él otra cosa que una profesión. Más que una religión, su trabajo es condenar públicamente a la perdición eterna y al fuego del infierno al santo más grande, si éste tan sólo se hubiera negado a pasar por la forma inútil y sin  significado  del  bautismo  con  agua,  con  toda  la  palabrería de  oraciones huecas y vano ritualismo. Y decimos a propósito “oraciones huecas” y “vano ritualismo”. Pocos cristianos entre los laicos conocen el verdadero significado de la palabra “Cristo”, y  aquellos  entre  el  clero  que  la  conocen –pues  se  les  educa  en  la  idea  de  que  es “pecaminoso”  estudiar  semejantes  cosas– guardan  ante  sus  feligreses  el  secreto  del conocimiento que poseen. De este modo, exigen una fe ciega e implícita y prohíben elcuestionamiento  como  pecado  imperdonable.  Aunque  nada  de  lo  que  conduce  al conocimiento  de  la  Verdad  puede  ser  otra  cosa  que  santo.  Pues,  ¿qué  es  la  Sabiduría Divina  o  Gnosis sino  la  esencial  realidad  oculta  por  las  efímeras  apariencias  de  los objetos de la Naturaleza, el alma misma del Logos manifestado? ¿Por qué los hombres que  se  esfuerzan  en  efectuar  su  unión  con la Deidad Una, Absoluta  y  Eterna,  se estremecerían ante la idea de penetrar en sus Misterios, por tremendos que estos sean? Y sobre todo, ¿por qué habrían de emplear nombres y palabras cuyo significado es para ellos  un  misterio  sellado,  un  mero  sonido?  ¿Es  acaso  porque  una  institución  sin escrúpulos y sedienta de poder, llamada “una” Iglesia, ha perseguido cualquier tentativa de  conocimiento  acusándola  de  blasfema, y  se  ha  esforzado  siempre  por  matar  el espíritu de cuestionamiento? Pero el Ocultismo, la Filosofía Esotérica, como camino de búsqueda  de  la  Sabiduría  Divina, no  ha  prestado  nunca  atención  a  estas  condenas  y sostiene con valor sus opiniones. Los escépticos pueden considerarlo un nuevo y vacío “ismo”, los  fanáticos  verán  sin  duda  un  “satanismo”  disfrazado, pero nunca podrán destruirlo. Los ocultistas han sido llamados ateos, aborrecedores del Cristianismo, los enemigos de  Dios  y  los  Dioses,  y  no  son  nada  de  eso. Para  demostrarlo  vamos  a  exponer claramente  las  ideas  que  la  Filosofía  Oculta  mantiene  respecto  al  monoteísmo  y  a  la religión cristiana, y someter así al juicio del lector imparcial para que los juzgue, y a sus detractores, de acuerdo a los méritos de sus  respectivas. Ningún amante de la verdad objetará  nada  a  este  proceder  honrado  y  sincero,  ni  quedará  deslumbrado,  aunque  sí sorprendido,  por  la  nueva  luz  que  se  dé  a  este  tema.  Al  contrario,  esos  sinceros buscadores agradecerán a Lucifer estos nuevos conocimientos; en cuanto a aquellos de quienes se dijo: qui vult decipi, decipiatur (quien quiera engañarse, que se engañe), que sigan engañados. Al  igual  que  sucede  con  cualquier  otro  libro  sagrado  de  las  grandes  religiones  de mundo,  no  se  puede  excluir  la  Biblia  de  aquella  clase  de  escrituras  alegóricas  y simbólicas  que  desde  los  tiempos  prehistóricos  han  sido  el  receptáculo  de  las enseñanzas  secretas  de  los  Misterios  de  la  Iniciación,  bajo  una  forma  más  o  menos velada.  Los  primitivos  escritores de los Logia (ahora  los  Evangelios) conocían ciertamente la verdad, y toda la verdad; no obstante, sus sucesores, por desgracia, tan sólo  conservaron  el  dogma  y  la  forma  –los  cuales  conducen,  en  el  fondo,  al  poder jerárquico,  más  que  al  espíritu  de  las  llamadas  enseñanzas  de  Cristo–,  de  aquí  las graduales deformaciones. Como dice Higgins acertadamente, en The Christologia of St.Paul  and  Justin  Martyr,  tenemos  la  religión  esotérica  del  Vaticano:  un  gnosticismo refinado  para  los  cardenales,  y  otro  más  burdo  para  el  pueblo.  Este  último,  pero  aún más materializado y desfigurado, es el que se ha transmitido a la época presente.

Todas  estas  escrituras  son  minas  de  falsedades  si  se  aceptan  las  interpretaciones exotéricas   de   la   letra   muerta   que   sus   comentadores   teológicos   antiguos,  y especialmente modernos, han venido realizando. Cada una de estas versiones sirvió en su  momento  como  medio  para  asegurar  el  poder  y  la  política  ambiciosa  de  un sacerdocio  sin  escrúpulos.  Todos  han  promocionado  la  superstición;  todos  han convertido a sus dioses en unos Molochs sanguinarios y mortales, indignos usurpadores que  han  recibido  la  adoración  de  los  pueblos  suplantando  al  Dios  de  la  Verdad.  Sin embargo, a pesar de que los dogmas artificiosamente fabricados y las deliberadas malas interpretaciones de los escoliadores son, evidentemente y sin duda alguna, “falsedades ya explotadas”, los textos mismos son minas de verdades universales. Sólo que para el mundo  de  profanos  y  pecadores  eran,  y  son  todavía,  como  los  caracteres  misteriosos trazados por “los dedos de una mano de hombre” en la pared del palacio de Beltsassar: necesitan un Daniel para leer y comprenderlos.

Porque cuanto más se estudian los antiguos textos religiosos, tanto más se encuentra que  el  fundamento  del  Nuevo  Testamento  es  el  mismo  que  el  de  los  Vedas, el  de  la teogonía Egipcia y el de las alegorías Mazdeístas.

De estas verdades –con el único objetivo de librar a la Humanidad intelectualmente de la  insalubridad del Materialismo y del  Pesimismo–los místicos  han  sido  a  menudo acusados  de  ser  los  sirvientes  del  Anticristo, aun  por  aquellos  cristianos  que  son personas muy dignas, respetables y sinceramente piadosas. La  primera  clave  que  ha  de  utilizarse  para  desentrañar  los  oscuros  secretos  que contiene  el  nombre  místico  de  Cristo,  es  la  clave  que  abría  la  puerta  de  los  Antiguos Misterios de los arios, sabeos y egipcios primitivos. La Gnosis suplantada por el sistema cristiano  era  entonces  universal.  Era  el  eco  de  la  Sabiduríareligión  primitiva  que  en otro  tiempo  había  sido  la  herencia  de  todo  el  género  humano. Y  por  tanto,  se  puede decir con razón que, en su aspecto puramente metafísico, el Espíritu de Cristo (el Logos divino) ha estado presente en la Humanidad desde su principio. El autor de las Homilías Clementinas tiene razón: el misterio de Christos –que ahora se cree que fue transmitido por Jesús de Nazareth– era idéntico a lo que había sido comunicado desde el principio a los  que  eran  dignos. Sabemos  por  el  Evangelio  según  San  Lucas  que  los  dignos  eran aquellos  que  habían  sido  iniciados  en  los  Misterios  de  la  Gnosis, y que  eran considerados  dignos  de  alcanzar  aquella “resurrección  de  entre  los  muertos  en  esta vida...aquellos que sabían que no podían volver a morir por ser iguales a los ángeles, como  hijos  de  Dios  e  hijos  de  la  Resurrección”. En  otras  palabras,  eran  los  grandes Adeptos  de  cualquier  religión. Y  estas  palabras  se  aplican  a  todos  los  que,  sin  ser Iniciados,  logran  por  sus  propios  esfuerzos  “vivir  la  Vida” y  obtener  la  iluminación espiritual que se consigue al re–unir su personalidad, el Hijo con el Padre, y su individual Espíritu divino, el Dios en ellos. Esta Resurrección, por lo tanto, no puede ser monopolio del Cristianismo, porque pertenece al patrimonio espiritual de todo ser humano dotado de  alma  y  espíritu,  cualquiera  que  sea  su  religión.  Tal  individuo  es  un  Hombre–Cristo. Por otra parte, aquellos que escogen ignorar al Cristo (como principio) que hay dentro de  ellos,  morirán  como  “paganos no  regenerados”  a  pesar  del  bautismo,  de  los sacramentos, de las oraciones rituales y de la creencia en dogmas. A  fin  de  seguir  esta  explicación, el  lector  debe  recordar  el  antiguo  y  verdadero significado de los parónimos Chrêstos y Christos. El primero significa, más que “hombre bueno”, “hombre excelente”, mientras que el segundo no se aplicaba nunca a un hombre vivo, sino solamente a cada Iniciado después de su segundo nacimiento y resurrección 79. El  que  encuentra  en  sí  mismo  a  Christos y  lo reconoce  como  su  único  Camino,  se convierte en discípulo y “apóstol de Cristo”, aunque no haya sido bautizado, no se haya cruzado con un cristiano nunca, ni tampoco se autodenomine como tal.79 “En verdad, en verdad te digo: a menos que el hombre nazca de nuevo, no podrá ver el reino de Dios”(Jn.  III,  3). Aquí se está hablando del nacimiento “en lo superior”, el nacimiento espiritual que se efectúa en la última y suprema Iniciación. Y más adelante insiste: “No te maravilles de lo que te digo: es necesario nacer otra vez” (Jn. III, 7).
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La  palabra  Chrêstos existía  siglos  antes  de  que  se  oyera  hablar  del  Cristianismo.  La encontramos  utilizada  ya  en  el  siglo  V  a.C.  por  Herodoto,  Esquilo  y  otros  autores clásicos griegos  Pero  en  la  terminología  esotérica  de  los  templos,  chrêstos 84– que  como  el  participio  chrêsteis procede  del  verbo  cráomai:  “consultar  a  un  Dios”–equivale a Adepto, un gran chela o discípulo; y con este sentido la emplean Eurípídes (Ion)  y  Esquilo.  Esta  calificación  se  aplicaba  a  aquellos  a  los  que  el  Dios,  el  oráculo  o cualquier superior les habían proclamado esto, aquello o cualquier otra cosa.

(Chrêstos), y de este modo el término se aplicaba tanto a cualquier discípulo aceptado por un Maestro como a cualquier hombre bueno

Y Clemente, como gnóstico (es decir, “uno que sabía”), debería haber sabido  que  Christos era  el  Camino,  mientras  que  Chrêstos era el viajero solitario que buscaba  su destino a través de  aquel  Sendero  cuya  meta  era  Christos, el  glorificado Espíritu de la Verdad; y que la reunión con Christos lograba que el alma (el Hijo) fuera una con el Espíritu (el Padre). También  San  Pablo  lo  sabía,  como  lo  prueban  sus  propias explicaciones. Pues, ¿qué significan las palabras pálin w1dínw, a5criç ou4morfwqh<Criotòç e1n u2mînque  en  la versión  autorizada  se  traduce  como: “Hijos  míos, por quienes estoy  de  nuevo angustiado hasta ver a Cristo formado en vosotros”, sino lo que aparece en su sentido esotérico,  esto  es,”...hasta  que  halléis  al  Cristo  en  vosotros  como  vuestro  único camino”? (Gál. IV, 19–20)

Pero yo me propongo mostrar el verdadero significado de todos estos términos, tanto como  alcance  mi  humilde  capacidad  y  conocimientos.  Christos, o  “la  condición  de Cristo”,  fue  siempre  sinónimo  de  “la  condición  Mahâtmica”,  es  decir,  la  unión  del hombre con el Divino Principio que está en él. Como dice San Pablo 89: 9 catoich<sai tòn Criotòn dià – th<ç pístewç e1 taîç cardíaiç u2mw<n!, esto es, “...para que encontréis a Christos en vuestro hombre interior a través del Conocimiento”, y no de la “fe”, como se tradujo; porque Pistis es “conocimiento”, como probaremos más adelante. San Pablo no empleó nunca este término em semejante sentido en sus Epístolas, San Pablo era, sin duda, un INICIADO.


Así, Christos, bajo cualquier nombre que se le considere, significa más que Karest, una momia, e incluso el “ungido” y el “elegido” de la teología. Estos dos últimos se aplican a Chrêstos, el hombre de las tristezas y tribulaciones, en sus condiciones física, mental y psíquica,  y  ambos  se  refieren  a  la  condición  del  Mashiach hebreo  (“Mesías”), según queda etimologizado104 este término por Fuerst y el autor de The Source of Measures. Christos es  la  corona  de  gloria  del  Chrêstos padeciente de los Misterios, así como del candidato para la Unión final, cualesquiera que sean su raza y credo. Para el verdadero discípulo  del  “Espíritu  de  la  Verdad”,  poco  importa,  por  lo  tanto,  el  que  Jesús  –como hombre  y  Chrêstos–,  viviera  durante  la  Era  llamada  Cristiana  o  antes,  o  nunca  haya vivido. Los Adeptos que han vivido y muerto por la Humanidad, han existido en todos los siglos, y muchos fueron los buenos y santos hombres de la Antigüedad que llevaron el sobrenombre o título de Chrêstos antes de que naciera Jesús de Nazaret, o Jehoshua (Jesús)  Ben  Pandira  105.  Por  consiguiente,  se  puede  muy  bien  concluir  que  Jesús  o Jehoshua, lo mismo  que  Sócrates,  Foción,  Teodoro  y  muchos  otros, fue  llamado Chrêstos, es  decir  el  “bueno  y  excelente”el  manso  y  santo  Iniciadoel  que  enseñó  el camino a la condición de Christos, y que se convirtió a sí mismo en “el Camino” para el corazón  de  sus  entusiastas  admiradores.
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Esto  no  es  más  que  un  ejemplo  para  probar  que  la  aplicación  cristiana  del  nombre compuesto  Jesús–Cristo  está  basada  en  el  misticismo  oriental  y  en  el  gnóstico.  Tan justo y natural era que los Cronistas, lo mismo que los Gnósticos Iniciados, obligados aguardar  el  secreto, “velaran  u  ocultaran” el  significado  final  de  sus  enseñanzas  más antiguas y sagradas.

El origen de todas las religiones, incluso el Judeo–Cristianismo, se encuentra en unas cuantas  verdades  primitivas,  ninguna  de  las  cuales  puede  explicarse  aparte  de  las demás,  ya  que  cada  una  es  el  complemento  de  las  otras  en  algún  detalle,  y  todas  son más  o  menos,  rayos  truncados  del  mismo  Sol  de  la  Verdad,   y  sus  orígenes  han  de buscarse  en  los  registros  arcaicos  de  la  Religión  de  la  Sabiduría,  sin  cuya  luz  los más grandes sabios no pueden ver más que los esqueletos de dichas verdades, disfrazadas con la máscara de la fantasía, y basadas mayoritariamente en los signos personificados del Zodíaco

Apoyados en la autoridad de la Escuela Oriental esotérica, decimos que todo esto vino de  los gnósticos, hasta el nombre de Christos, y  las alegorías astronómico–místicas, proceden de las escrituras de los antiguos Tanaim, con respecto a la relación cabalística de Jesús o Joshua con las personificaciones bíblicas. Una de éstas es el nombre místico esotérico de Jehovah –no el actual Dios fantástico de los judíos profanos, ignorantes de sus  propios  misterios,  Dios  aceptado  por  los  cristianos  aún  más  ignorantes–  sino  el Jehovah  compuesto  de  la  Iniciación  pagana.  Esto  queda  claramente  probado  por  los glifos o combinaciones místicas de varios signos que se han preservado hasta hoy en los jeroglíficos católico–romanos. Las memorias gnósticas contienen el epítome de las principales escenas representadas durante los Misterios de la Iniciación desde los tiempos más remotos, aunque esto se expresaba invariablemente bajo una forma semi–alegórica, siempre que se confiaba al pergamino o al papel. Pero los antiguos Tanaim, los  Iniciados,  de los cuales los talmudistas obtuvieron la sabiduría de la Kabalah (“tradición oral”) tenían en su poder los secretos del lenguaje mistérico, y ...este es el lenguaje en el que fueron escritos los Evangelios

La  creencia  en  la  Biblia  “literalmente”,  y  en  un Cristo  “carnalizado”,  no  durará  un  cuarto  de  siglo  más.  Las  Iglesias  tendrán  que abandonar sus queridos dogmas, o el siglo XX verá la decadencia y la ruina de toda la Cristiandad, y aun la desaparición de la creencia en un Christos como puro Espíritu. Se ha  llegado  a  censurar  aun  el  nombre  cristiano, y  el  Cristianismo  teológico  tiene  que perecer para “no volver a resucitar jamás” en su forma presente. 

No  hay  que  extrañarse  de  que  el  significado  mismo  de  los  términos  Chrêstos  y Christos, y  la relación  de  ambos  con  Jesús  de  Nazareth,  nombre  fabricado  con  las palabras Joshua el “Nazar”, hayan llegado a ser letra muerta para todos, con excepción de  los  ocultistas  no  cristianos;  pues  incluso  los  cabalistas  no  tienen  ahora  datos originales en qué apoyarse. El Zohar y  la  Kabalah han sido remodelados de tal manera por  los  cristianos,  que  se  hallan  desfigurados;  y  a  no  ser  por  el  Libro  de  los  Números (caldeo) no  quedarían  sino  relaciones  falseadas. 

Ni uno sólo de estos libros se halla inmaculado; ninguno ha escapado a la mutilación por manos cristianas.  Hoy en día la Kabalah es cristiana, no judía.

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H.P. Blavatsky
fragmentos de Estudios sobre Ocultismo

Enseñanzas atemporales



La voz remueve su corazón hasta lo más profundo ya que siente que las palabras son ciertas, su batalla diaria y a cada minuto le está enseñando que el egocentrismo es la raíz de la miseria, la causa mayor de  dolor, y su alma está llena del anhelo de ser libre.


Aprende que el alfa y el omega, el comienzo y el fin de la vida es el altruismo o el no egoísmo: y siente la verdad del adagio. que solamente en la profunda inconsciencia del olvido de sí, puede revelarse la verdad y, la realidad del ser a su anhelante corazón"


Quien se esfuerza por resucitar al Espíritu crucificado dentro de sí mismo por sus propias pasiones terrenales y enterrado en el sepulcro de su naturaleza carnal, quien tiene la fuerza de apartar la piedra de materia de la puerta de su propio santuario interior, tiene en sí mismo al Cristo resucitado. 


H.P. Blavatsky

EL HUEVO AURICO

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El Huevo Áurico, a causa de su naturaleza y múltiples funciones, tiene que ser bien estudiado. Como Hiranyagarbha, la Matriz de Oro o el huevo, contiene a Brahmâ, el símbolo colectivo de las Siete Fuerzas Universales, de modo que el Huevo Áurico contiene, y está directamente relacionado con lo divino y el hombre físico. En su esencia, como se ha dicho, es eterno, y en sus correlaciones constantes, es una especie de máquina de movimiento perpetuo durante el desarrollo del Ego que reencarna en la tierra. Tal como se indica en La Doctrina Secreta, los Egos o Kumâras que encarnan en el hombre al  final  de  la  Tercera  Raza-Raíz,  no  son  Egos  humanos  de  este  mundo  o  plano,  sino  que  se  manifestaron sólo en el momento en que el hombre animal fue dotado de alma, lo cual le dotó con la Mente Superior. Cada Kumâra es un «Aliento» o Principio, llamado Alma Humana, o Manas, la Mente. Como las enseñanzas dicen: Cada uno es un pilar de luz. Una vez elegido el vehículo, se expandió, con un aura Âkâsica que rodea al animal humano, mientras que el Divino Principio (Manásico), se establece dentro de esa forma humana. La Sabiduría Antigua enseña, además, que a partir de esta primera versión, los Pitris Lunares (que habían hecho a los hombres de sus Chhâyâs o sombras) son absorbidos por esta esencia áurica, y una forma astral distinta se produce para cada personalidad futura de reencarnación en la serie de cada Ego. Así, el huevo Áurico, que refleja todos los pensamientos, palabras y acciones del hombre, es lo siguiente:(a) El conservador de cada registro Kármico.(b)  El  depósito  de  todos  los  poderes  buenos  y  malos  del  hombre,  recibe  y  da  salida  a  su  voluntad,  o  mejor  dicho,  a  su  pensamiento,  todas  las  potencialidades  se  convierten,  en  una  potencia que actúa: El aura es el espejo en el que los sensitivos y clarividentes sienten y perciben al verdadero hombre, y pueden verlo tal como es, no como aparece. (c) Es lo que proporciona al hombre su forma astral, contiene los modelos de entidad física en sí misma, primero como un feto, luego como un niño y después como hombre, el ritmo de crecimiento astral empieza con el ser humano, lo que le proporciona durante su vida, si es un Adepto, su Mâyâvi-Rupa, Cuerpo de Ilusión (que no es su Cuerpo Astral Vital), y después de la muerte, su entidad devachánica y Kâma-Rûpa, o Cuerpo del Deseo (el Fantasma) (NOTA: Es  un  error,  cuando  se  habla  del  principio  humano  en  quinto  lugar,  lo  llaman  «el  Kâma-Rûpa». No es Rûpa, o la forma en absoluto, excepto después de la muerte, pero los elementos Kâmicos, deseos y pasiones animales, como la ira, lujuria, envidia, venganza, etc., etc., son la progenie del egoísmo y la materia. FINAL NOTA). En el primer caso, el de la entidad Devachánica, el Ego, con el fin de ser capaz de entrar en un estado de felicidad, como el «Yo» de su encarnación inmediatamente anterior, tiene que ser vestido (metafóricamente hablando) con los elementos espirituales de las ideas, aspiraciones y  pensamientos  de  la  personalidad  ahora  sin  cuerpo,  de  lo  contrario,  ¿qué  es  lo  que  disfruta  de  la  felicidad  y  la  recompensa?  ciertamente  no  el  Ego  impersonal,  la  Individualidad  Divina.    Por  lo  tanto,  deben  ser  los  buenos  registros  Kármicos  de  la  persona  fallecida,  impresos  en  la Sustancia Áurica,  los  que  suministran  al  Alma  Humana  lo  suficiente  de  los  elementos  Espirituales de la ex-personalidad, lo que le permite todavía creerse en el cuerpo del que acaba de separarse, y recibir su fruto, durante un período más o menos prolongado de «gestación espiritual». Para el Devachán es una «gestación espiritual», un estado ideal subjetivo dentro de  la  matriz,  que  termina  en  el  nuevo  nacimiento  del  Ego  en  el  mundo  de  los  efectos,  que  precede  a  su  nacimiento  terreno  –que  se  determinará  por  su  mal  Karma–,  en  el  mundo  de  las  causas  (NOTA:  Aquí,  el  mundo  de  los  efectos  es  el  estado  Devachánico,  y  el  mundo  de  las Causas, la vida de la tierra. FINAL NOTA). (2) En el segundo caso, el de suministrar el Kâma-Rûpa para que el fantasma o espectro de la Entidad, echo a partir de la escoria animal de la envoltura áurica, con su registro kármico de todos los días de la vida animal, tan llena de  deseos  y  aspiraciones  egoístas  de  tipo  animal  a  que  se  presta  (NOTA:  Y  es  esto  por  sí  solo  el  Kâma-Rûpa  que  puede  materializarse  en  sesiones  de  espiritismo,  mediumnístico,  y  de vez en cuando lo hace, cuando no es el doble astral o Linga-Sharîra, del mismo médium el  que  aparece.  Por  lo  tanto,  ¿cómo  puede  este  conjunto  de  viles  pasiones  morales  y  deseos  terrenales,  resucitados  para  obtener,  y  sólo  a  través  de  la  conciencia,  y  del  organismo  del  médium, ser aceptado como un «ángel» o el espíritu de un cuerpo una vez humano? Valdría tanto como diputar por ángeles buenos a los microbios de la peste. FINAL NOTA). Ahora, el Linga-Sharîra permanece con el Cuerpo Físico, y se desvanece junto con él. Una entidad astral  nueva,  tiene  que  ser  creada  (un  nuevo  Linga-Sharîra  incluido)  para  convertirse  en  el  portador de todos los Tânhâs del pasado y futuro Karma. ¿Cómo se logra esto? El médium «asusta», al «ángel» que nos abandonó, se desvanece y desaparece también a su vez como una entidad o imagen completa de la personalidad que fue y los registros en el mundo de los efectos Kâmalokicos sólo los registros de sus fechorías y los pensamientos y actos pecaminosos, conocidos  en  la  fraseología  de  los  Ocultistas  como  Tânihicos  o  humanos  «Elementales»  (NOTA:  Esto  se  logra  en  el  tiempo,  de  acuerdo  al  grado  más  o  menos  espiritual  o  material  de la personalidad (cuyos sedimentos son en la actualidad). Si la espiritualidad se impuso, la Larva, el «fantasma», se desvanecerá muy pronto, pero si era muy materialista, el Kâma-Rûpa puede  durar  siglos,  e  incluso  sobrevivir  con  la  ayuda  de  algunos  de  sus  Skandhas  dispersos,  que son todos transformados con el tiempo en Elementos. Ver La Clave de la Teosofía, pp. 141 y ss., en la que es imposible entrar en detalles, pero donde se habla de que los Skandhas son  gérmenes de efectos Kármicos. FINAL NOTA).  Son estos los elementales que, al entrar en la composición de la «forma astral» del nuevo órgano, en el que el Ego, en su abandono del estado Devachánico, se introducen de acuerdo a el decreto Karmico, la forma en que la nueva entidad astral nace dentro de la envoltura áurica, y del que se dice a menudo «Karma, con su ejército de Skandhas, espera en el umbral del Devachan» (NOTA: La Clave de la Teosofía, p. 141. FINAL NOTA). Pero apenas termina el estado Devachánico de recompensa, el Ego está indisolublemente unido a (o más bien sigue en la vida de) la nueva Forma Astral. Ambos Kármicamente  impulsados  hacia  la  familia  o  la  mujer  de  la  que  va  a  nacer  el  niño  animal escogido  por  el  Karma  para  convertirse  en  el  vehículo  del  Ego,  que  acaba  de  despertar  del  estado Devachánico. A continuación, la nueva Forma Astral, compuesta en parte de la pura Esencia Âkâsica del «Huevo Áurico», y parte de los elementos terrestres de los pecados y delitos punibles en la última Personalidad, es atraído hacia la mujer. Una vez allí, la Naturaleza modela  el  feto  de  carne  alrededor,  según  el  patrón  del  etéreo,  valiéndose  de  los  materiales  en  desarrollo  de  la  semilla  del  hombre  en  el  suelo  femenino.  Así  surge,  de  la  esencia  de  una  semilla descompuesta, el fruto o eidolon de la semilla muerta, fruto físico que produce a su vez dentro de sí otra y otra semilla para la futura planta (3)Y ahora podemos volver a los Tattvas, y ver lo que significan en la Naturaleza y en el hombre, mostrando así el gran peligro de caer con el Yoga en la fantasía de aficionados, sin saber lo que están haciendo.

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H.P.Blavatsky

Astrología esotérica

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La Astrología Primitiva estaba muy lejos y por encima de la moderna Astrología judicial, así llamada, pues los guías (los Planetas y los signos Zodiacales) están por encima de los postes de luz. Berosus muestra la soberanía sideral de Bel y Mylitta (Sol y Luna), y solo «los doce señores de los Dioses Zodiacales» los «treinta y seis Dioses Consejeros» y las «veinticuatro Estrellas,  jueces  de  éste  mundo»,  que  soportan  y  guían  el  Universo  (nuestro  sistema  solar),  vigilan a los mortales y revelan a la humanidad su destino y sus propios decretos. La Astrología Judicial como se le conoce ahora, es correctamente y denominada por la Iglesia Latina como todo  estudiante  de  Ocultismo  sabe  que  los  cuerpos  celestiales  están  cercanamente  relacionados durante cada Manvantara con la humanidad de ese ciclo especial; y hay algunos que  creen  que  todo  gran  personaje  nacido  durante  ese  periodo  tiene  –como  todo  otro  mortal tiene, solo en un grado mucho más fuerte– su destino delineado dentro de su propia constelación o estrella, trazado como una profecía propia, una anticipada autobiografía, por el  Espíritu  que  habita  en  el  interior  de  esa  estrella  en  particular.  La  Mónada  humana  en  su  primer principio es ese Espíritu, o el Alma de esa estrella (Planeta) mismo. Como nuestro Sol irradia su luz y rayos sobre todo cuerpo en el espacio dentro de los límites de su sistema, así el  Regente  de  cada  Planeta-estrella,  el  Progenitor-mónada,  dispara  de  sí  mismo  la  Mónada  de todo «peregrino» Alma nacida bajo su casa dentro de su propio grupo. Los Regentes son esotéricamente  siete,  ya  sea  en  los  Sefirotes,  los  «Ángeles  de  la  Presencia»,  los  rishis,  o  los  Amshaspends. «El Uno no es un número» es dicho en todas las obras esotéricas. De  los  Kasdim  y  Gazzim  (Astrólogos)  la  antigua  noble  ciencia  pasó  a  los  Khartumim  Asaphim  (o  Teólogos)  y  los  Hakamim  (o  científicos,  los  Magos  de  la  clase  más  baja),  y  de  aquí  a  los  Judíos  durante  su  cautiverio.

Los  Libros  de  Moisés  han  sido  enterrados  en  el  olvido por siglos, y cuando fueron redescubiertos por Hilkiah habían perdido su verdadero sentido para el pueblo de Israel. La Primitiva Astrología Oculta estaba en decadencia cuando Daniel, el último de los Judíos Iniciados de la vieja escuela, se convirtió en el jefe de los Magi y Astrólogos de Caldea. En aquéllos días incluso Egipto, que tenía su sabiduría de la misma fuente como Babilonia, había degenerado de su antigua grandeza, y su gloria había empezado a  desvanecerse.  Todavía,  la  ciencia  de  la  antigüedad  había  dejado  su  eterna  impresión  sobre  el mundo, y los siete grandes Dioses Primitivos reinaron por siempre en la Astrología y en la división del tiempo de toda nación sobre la faz de la tierra. Los nombres de los días de nuestra semana (Cristiana) son los de los Dioses de los Caldeos, quienes los tradujeron de los de los Arios;  la  uniformidad  de  estos  nombres  antidiluvianos  en  toda  nación,  de  los  Goths  hasta  los  Indios,  permanecería  inexplicable,  como  Sir.  W.  Jones  pensó,  no  había  sido  explicado  el  rompecabezas  a  nosotros  por  la  invitación  hecha  por  los  oráculos  Caldeos,  registrado  por  Porfirio y citado por Eusebio Esto  es  ligeramente  erróneo.  Grecia  no  recibió  su  instrucción  astrológica  de  Egipto  o  de  Caldea, sino directamente de Orfeo, como Luciano nos dice ( NOTA : Peri tes astrologies, 11. FINAL NOTA). Fue Orfeo, como él dice, quien impartió las Ciencias Indias a prácticamente todos los grandes monarcas de la antigüedad; y fueron ellos, los antiguos reyes favorecidos por los Dioses Planetarios, quienes registraron los principios de la Astrología –como Ptolomeo hizo, por ejemplo. Así Lucio escribe: El Boeotian Tiresias adquirió la gran reputación en el arte de predecir el futuro... En aquéllos días  la  adivinación  no  era  tratada  a  la  ligera  como  es  ahora;  y  nada  fue  nunca  emprendido  sin  consultar primero a los adivinos, de quienes sus oráculos eran todos dirigidos por la astrología... En Delfos la virgen comisionada a anunciar el futuro era el símbolo de la Virgen Celestial... y Nuestra Señora. Sobre los sarcófagos de un Faraón Egipcio, Neith, madre de Ra, la vaquilla que trae al Sol, su  cuerpo  salpicado  de  estrellas,  y  vistiendo  los  discos  solar  y  lunar,  es  igualmente  referida  como la «Virgen Celestial» y «Nuestra Señora de la Bóveda Estrellada». La Astrología Moderna judicial en su forma actual empezó solo durante el tiempo de Diodoro, como él informa al mundo ( N O TA : Biblioteca Histórica, Lib. II. FINAL NOTA). Pero se creyó en la Astrología Caldea por la mayoría de los grandes hombres en la Historia, tales como  Cesar,  Plinio,  Cicerón  –de  quienes  sus  mejores  amigos,  Nigidius  Figulus  y  Firmanus  Tarutius,  eran  ellos  mismos  Astrólogos,  el  anterior  siendo  famoso  como  un  profeta.  Marco  Antonio nunca viajó sin un Astrólogo recomendado a él por Cleopatra. Augusto, cuando ascendió al trono, tenía su horóscopo dibujado por Teógenes. Tiberio descubrió aspirantes a su trono por medio de la Astrología y la adivinación. Vitelio se atrevió a no exiliar a los Caldeos, ya que habían anunciado el día de su destierro así como el de su muerte. Vespasiano los consultó diariamente; Domiciano no se movía sin ser aconsejado por los profetas; Adriano mismo fue un docto Astrólogo; y todos ellos, terminando con Juliano (llamado el Apostata porque él no se convertiría en uno), creyeron en, y dirigieron sus plegarias a, los «Dioses» Planetarios. El Emperador Adriano ( NOTA : Deletreo alternativo: Hadrian. FINAL NOTA), además, «predijo de las Calendas de Enero a Diciembre 31, todo evento que le pasó a él diariamente». Bajo  los  más  sabios  emperadores  Roma  tuvo  una  escuela  de  Astrología,  en  donde  secretamente  se  enseñaron  las  ocultas  influencias  del  Sol,  Luna,  y  Saturno.  (NOTA:  Todos  estos particulares pueden ser encontrados más completos en el Egipto Moderno de Champo-llion-Figeac, p. 101. FINAL NOTA) La Astrología Judicial es usada hasta estos días por los Kabalistas; y Éliphas Lévi, el moderno Magus Francés, enseña sus rudimentos en su Dogma y Ritual de la Alta Magia. Pero la llave para la Astrología ceremonial y ritualística, con los teraphim y los urim y thummim de la Magia, está pérdida para Europa. Por lo tanto nuestro siglo de Materialismo se encoge de hombros y ve en la Astrología a un hipócrita. No todos los científicos se mofan de ello, sin embargo, y uno puede regocijarse al leer en el Musée des Sciences las sugestivas y justas observaciones hechas por Le Couturier, un hombre de  ciencia  de  no  mala  reputación.  Él  piensa,  es  curioso  notar,  que  mientras  las  atrevidas  especulaciones de Demócrito son encontradas justificadas por Dalton,...los  ensueños  de  los  alquimistas  están  además  en  camino  de  cierta  rehabilitación.  Ellos  recibieron  vida  renovada  de  las  minuciosas  investigaciones  de  sus  sucesores,  los  químicos;  una cosa muy remarcable de hecho es ver cuánto los descubrimientos modernos han servido a justificar, últimamente, las teorías de la Edad Media del cargo de absurdas colocado a su puerta. Así, si, como ha demostrado el Cnel. Sabine, la dirección de una pieza de metal, colgada unos cuantos pies por encima del suelo, puede ser influenciada por la posición de la luna, de quien su cuerpo está a una distancia de 240.000 millas de nuestro planeta, quién podría entonces acusar de extravagancia la creencia de los antiguos astrólogos [o modernos, también] en la influencia de las estrellas sobre el destino humano (NOTA: Le Musée des sciences, p. 230, como lo cita de Mirville, Des Esprits IV, 85-86. FINAL NOTA).

H.P.Blavatsky