La Prueba

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La prueba
(Del artículo de Aimée Blech con este título.— Soplín, 1908)

A la sombra del árbol sagrado reposaba el Señor Buddha... De pronto, la cierva que bajo las ropas del Bienaventurado cobijaba a su cervatillo, irguió la cabeza y husmeó el aire, sorprendida. Un rumor sordo y lejano se escuchó; después, el galope de muchos jinetes a cuyo frente se mostró un joven caballero de tez de oro bruñido, con riquísimo traje bordado de piedras preciosas. El joven detuvo con ademán imperioso a su cohorte y se postrernó ante el Buddha en actitud de adoración. Una irradiación dulcísima brotó de la mirada de éste.

—¡Oh Bhagavad! —dijo humildemente el joven príncipe—. Soy Djêta, el príncipe hèredero de Kasamba. Tu fama llegó hasta mí y desde entonces no hallo punto de sosiego. Nada, ni mujeres, ni amigos, ni poder, ni tesoros, tienen ya encanto para mí. Sólo ansío una vida superior. ¡Acéptame, pues, por discípulo, oh Bendito!

El Bienaventurado prosiguió sin pronunciar palabra contemplando al príncipe.
—¿Desdeñas responderme? —insistió éste—. Desde mi infancia he llevado una vida pura; he hecho el bien y cumplido la Ley; me he nutrido en los sagrados libros... ¿No me basta todo ello?
— ¡No! —respondió el Buddha.
— ¿Cuándo, pues, me permitirás volver a ti?
—Siete lunas después de la estación de las lluvias.

Djêta inclinó, resignado, la cabeza; volvió a adorar al Santo, y luego se perdió coN su escolta en las sombras de la noche.

Siete lunas más tarde, el Sol de aquel día se había traspuesto entre rojas nubes. La tempestad estalló; una lluvia torrencial caía de las nubes; el bosque gemía bajo el embate del viento; los pajarillos se refugiaban en el sagrado árbol que cobijaba al Bienaventurado y al que no mojaba una gota, y una joven pantera se agazapaba como un perro fiel bajo los pies del Santo. Venciendo a todos los elementos desencadenados y sin escolta alguna, llegó a postrernarse segunda vez el joven príncipe. 
—¡Oh Bhagavad! —exclamó aquél suplicante—. He aquella anhelada hora. He sufrido toda clase de pruebas crueles; he llevado pura y ascética vida y me he sumergido en las más hondas meditaciones: ¿Me aceptarás ahora por discípulo?
—¡No! —volvió a-decir el Buddha.
— ¿Por qué así me rechazas?
— ¡Oh noble príncipe! —le dijo el Santo con voz dulcísima que hizo calmar al punto la furia de los elementos—. Cuantas pruebas hasta aquí has sufrido proceden de, tu karma pasado y dimanan de tu propio carácter. Vuélvete a tu palacio y conténtate con llevar en él la vida de un hombre virtuoso.
—¿Te dignarás, al menos, decirme en qué pruebas flaqueé?
— ¿Te acuerdas —siguió el Maestro— de que en la propia corte de tu padre fuiste acusado por una falta que no habías cometido, y en vez de aceptar cual una deuda fatal semejante humillación, te defendiste?...Quien desee ser mi discípulo ha de soportar en silencio la calumnia y la injusticia y llevar con igual indiferencia la infamia que la gloria. ¿Te acuerdas también de que un advenedizo se interpuso entre ti y tu íntimo amigo Yachas con intento de arrebatarte su amistad y en vez de resignarte también, te sublevaste con los más iracundos pensamientos en lugar de amar al amigo por el amigo mismo y no por el placer que con su amistad sentías? El que desee seguirme en el Sendero de la liberación ha de renunciar a sus más caros afectos, arrancando de su corazón toda raíz de egoísmo...
— ¡Oh Bhagavad!... Háblame más; sigue cubriéndome de oprobio...
— ¿Te acuerdas, en fin, de que falto de caridad, desfalleciste cuando Nanda, una de tus mujeres, cometió gravísima culpa, y tú, sin compadecerte de su juventud e ignorancia la arrojaste de palacio?...El hombre simplemente virtuoso puede defender su honor, castigar y repudiar, pero el sabio ya no juzga, sino que comprende y perdona. Su mirada está más atenta a descubrir la disculpa del error que el error mismo y hay en su corazón más piedad y ternura para sus hermanos que gotas de agua atesora el seno de los mares...
—Ya sé, ¡oh Señor! lo que de mí exiges —exclamó el Príncipe arrasado en lágrimas—. Concédeme, pues, al menos, intentar de nuevo la prueba.
—Consiento —respondió el Señor brillando una estrella en su mirada que iluminó el bosque hasta sus confines.
* * *

Apenas estuvo de regreso Djêta en Kasamba se vio precisado por muerte de su padre, a empuñar las riendas del gobierno y su primer cuidado fue colmar de honores a Yachas y reintegrar a la princesa Nanda en su palacio. Con ello estallaron las iras y censuras contra él en todo el reino, pero Djêta permaneció impasible.
Un tal Arada, de la casta de los guerreros o kshattryas, se decidió a libertar el reino de lo  que se creía locura y tiranía del joven rey, y blandiendo un puñal se arrojó sobre éste de improviso, dispuesto a traspasarle. Pero en el momento supremo Arada fue sorprendido y llevado a la presencia real.
Arada, con los brazos cruzados, miró al joven rey en actitud retadora. Djêta, sin parar en ello mientes, le puso tranquilamente las manos en los hombros y le miró de hito en hito “con ojos más atentos a descubrir la disculpa del error que el error mismo”, según el Maestro le había dicho. Entonces sintió como si el corazón mismo del Bendito Bhagavad se infundiese en el suyo, y viendo en el pasado de las vidas del agresor la cadena de tristes e ignorantes existencias, creía ver detrás a la humanidad entera con sus errores y sus culpas. Invadióle entonces una oleada de infinita ternura y hubiera querido estrechar en su corazón aquella alma pecadora en la suya tan pura...
— ¡Hermano! —le dijo, abrazándole—. Yo te amo porque yo no sé otra cosa que amar. ¡Ven y comparte conmigo la gloria de mi triunfo como yo comparto contigo la pena de tu oprobio!
Cuando los guardias llegaron, vieron a Arada llorando amargamente sobre los hombros del Príncipe...
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En la soleada plazuela del bosque sagrado seguía meditando con las piernas cruzadas el Bhagavad, a la sombra de su árbol predilecto. Había esperado toda la noche al Príncipe, porque sabía que el Príncipe cumpliría su palabra. Había llegado ya la aurora y tras ella el ‘Sol a quien las avecillas del árbol saludaban con sus trinos; la cierva cariñosa le había traído al Santo su cervatillo; los leones y los tigres llegaban a olfatearle humildes sus plantas y a lamérselas. En aquel bendito bosque el despertar de la Naturaleza era siempre el despertar del amor.

El Bienaventurado abrió al fin los ojos; Djêta estaba ante él solo, sin escolta y vestido con ropas de mendicante. Después de adorar largo rato al Santo Buddha, se levantó como el que llega de larguísimo viaje, alargando hacia él sus manos en actitud de súplica.

El Maestro no le dio tiempo a más, e irradiando de todo su ser la gloria entera de que estaba lleno, ie dijo, al fin, con divina dulzura:
— ¡Sí! ¡Sé bien venido, oh Djêta, mi amado discípulo!...
Nunca como entonces fue augusta y solemne la paz que reinaba en el bosque, como si se hubiesen unido para siempre el Cielo y la Tierra...


COMENTARIO

Todo cuanto pudiera decirse glosando los inefables pasajes anteriores, se encierra en esta sola idea genuinamente cristiana y buddhista: la de la Renunciación; el dar a los demás por encima de lo que quisiera para sí mismo.

Djêta, el hombre santo y bueno según el mundo, para llegar a la perfección de ser discípulo del bienaventurado Taltaghata, tuvo antes que renunciar a sí mismo...
¡Sólo de este modo y a costa de una tal renuncia se puede ser, aun pisando en esta miserable Tierra un habitante de los cielos excelsos! 


FRAGMENTO
MARIO ROSO DE LUNA
POR EL REINO ENCANTADO DE MAYA

Ciencias ocultas ¿por qué secretas?


"Frecuentes han sido las quejas contra el celo de los iniciados, al reservar las Ciencias ocultas, negándoselas a la humanidad. A los Guardianes del Saber Secreto se les ha culpado de egoísmo por detentar los "tesoros" de la sabiduría antigua

No obstante motivos poderosos debió de haber para ello, cuando desde los albores de la Historia tal fue la conducta de todos los hierofantes y "maestros".

Nadie estudiará provechosamente las ciencias ocultas a menos que se entregue a ellas en cuerpo, corazón y alma. Algunas de sus verdades son demasiado terribles y peligrosas para las mente mediocresNo es posible jugar impunemente con tan tremendas armas. Por lo tanto, según dice San Pablo, es "ilícito" hablar de ellas; aceptemos el aviso, y hablemos tan sólo de lo "lícito".

Las enseñanzas prácticas de la ciencia oculta son completamente distintas, y pocos tienen el necesario vigor mental para recibirlas. 

Dual es el poder de la magia; y nada más fácil, por consiguiente, que degenere en hechicería; para lo que basta un mal pensamiento. Así, pues, mientras el ocultismo teórico es inocente, y puede ser beneficioso, la magia práctica, el fruto del árbol de la Vida y del Conocimiento, o sea la "Ciencia del bien y del mal", está erizada de riesgos y peligros

Sin embargo, aún la lectura de estos libros puede perjudicar al estudiante desguiado, que los abra sin clave adecuada ni capacidad propia para distinguir los senderos diestro y siniestro de la magia. En este caso aconsejaríamos al estudiante que no emprendiese solo la tarea, pues acarrearía sobre él y los suyos inesperados males y aflicciones, sin conocer su procedencia ni la naturaleza de los poderes que, despertados por su mente, gravitarían sobre su vida. Muchas son las obras a propósito para los estudiantes adelantados; más tan sólo pueden ponerse a disposición de discípulos "juramentados" o chelas, que han contraído el solemne y vitalicio compromiso, que les da derecho a protección y ayuda. 


fragmentos de: 

EL VERDADERO OCULTISMO EN OPOSICIÓN A LA PRÁCTICA DE LAS ARTES OCULTAS...


La palabra ocultismo induce seguramente a error, tal como está traducida de la palabra compuesta Gupta–Vidya, que significa “conocimiento secreto”. Pero ¿conocimiento de qué? Algunos términos sánscritos nos ayudarán a responder.

Entre otros muchos nombres de las diversas clases de ciencia esotérica que aparecen en los Puranas esotéricos, citaremos por más notables los cuatro siguientes:

1º Yajna–Vidya  es el conocimiento de las ocultas fuerzas de la naturaleza, puestas en acción por la práctica de ciertos ritos y ceremonias religiosas.
2º Mahavidya, que significa “gran conocimiento”. Es la magia de los cabalistas y del culto tantrika, aunque suele degenerar en hechicería de la peor especie.
3º Guhya Vidya, o conocimiento de las místicas fuerzas del sonido (éter); y por lo tanto, de los mantras cantados en las oraciones y encantamientos, cuya eficacia depende del ritmo y la melodía. También se define diciendo que es una práctica mágica fundada en el conocimiento y correlación de las fuerzas de la naturaleza.
4º Atma–Vidya, que los orientalistas traducen literalmente porConocimiento del alma” o verdadera Sabiduría, pero que significa mucho más.

El Atma–Vidya es la única clase de ocultismo a que debe aspirar todo prudente e  inegoísta teósofo admirador de Luz en el Sendero



Pues los siddhis o facultades del arhat se reservan únicamente para los capaces de consagrar su vida al cumplimiento al pie de la letra de los terribles sacrificios que su adquisición requiere. Ha de saber y recordar para siempre, que el verdadero Ocultismo o Teosofía es la incondicional y absoluta renunciación de la personalidad en pensamiento y obra. Es altruismo, y quien lo practica queda enteramente escogido de entre las filas de los vivientes, tan luego como se entrega a la obra y porque “no vive para él sino para el mundo”. Mucho se le dispensa durante los primeros años de prueba; pero tan pronto como pasa a ser discípulo “aceptado” debe desvanecer su personalidad y convertirse en una fuerza benéfica de la naturaleza. Desde entonces se abren a su paso dos caminos opuestos: ha de ascender trabajosamente, paso a paso, durante numerosas encarnaciones, sin intervalo devacánico, por la áurea escala que conduce al arhatado; o al dar el primer paso en falso, resbalará escala abajo, rodando hasta el fondo de la magia negra.

Está en incesante riesgo de que las adormecidas pasiones despierten a cualquier momento y la arrastren al abismo de la materialidad. ¿ Cómo puede concertarse con la divina armonía del Yo superior, si esta armonía está quebrantada por la presencia de las pasiones animales en el santuario? ¿ Cómo es posible que la armonía prevalezca y triunfe, cuando la mente está contaminada y turbada por el torbellino de las pasiones y los terrenales deseos de los sentidos corporales y del hombre astral?

Porque el cuerpo astral no es compañero del Yo superior, sino del cuerpo terreno. Es el lazo entre el manas inferior y el cuerpo físico; el vehículo de la vida transitoria, no de la inmortal. Como sombra proyectada por el hombre, sigue servil y mecánicamente sus movimientos e impulsos, propendiendo, por lo tanto, a la materia, sin ascender jamás hacia el Espíritu. La unión con el Yo superior sólo puede cumplirse cuando, anulada la fuerza de las pasiones, queden trituradas y aniquiladas en la retorta de una inflexible voluntad; cuando no sólo han muerto las concupiscencias y ansias de la carne, sino que, muerta asimismo la personalidad, se invalida el cuerpo astral, que refleja al hombre triunfante y no a la codiciosa y egoísta personalidad. Entonces el brillante Augoeides, el divino Yo, vibra en consciente armonía con los dos polos de la entidad humana: El hombre de purificada materia y la siempre pura alma espiritual. El hombre permanece en presencia y para siempre se une íntimamente con el yo superior, con el Maestro, el Cristo de los gnósticos


Así, Pues, ¿cómo le fuera posible al hombre entrar por la angosta puerta “del Ocultismo”, estando sus cotidianos pensamientos ligados a todas horas con las cosas terrenas, con deseo de poderío, concupiscencias, ambiciones y deberes que, si bien honrosos, no dejan de ser terrenos? Aun el amor a la familia, el más puro o inegoísta de los afectos humanos, es un obstáculo para el verdadero ocultismo. Porque si ponemos por ejemplo el santo amor maternal o el conyugal, aun en estos mismos sentimientos, analizados en su fondo y enteramente cernidos, encontraremos egoísmo personal en la madre y egoísmo dual en los cónyuges.


Sólo el altruismo y no el egoísmo, ni aun en su más noble y legítimo concepto, puede conducir al hombre a identificar su individual Yo con el Yo universal. El verdadero discípulo del verdadero ocultismo ha de consagrarse a la obra de satisfacer las necesidades de la humanidad si quiere adquirir la Theo–Sophy o Sabiduría divina y Conocimiento


El aspirante ha de escoger absolutamente entre la vida del mundo y la vida del ocultismo. Inútil y vano intento es conciliarlas, porque nadie puede servir a dos señores y complacer a ambos. Nadie puede servir a su cuerpo y a su Yo superior, ni cumplir los deberes de familia al propio tiempo que los de la humanidad entera, sin privar a una o a otra de sus derechos; porque si presta oído a la “tenue y callada voz”, no podrá escuchar el clamor de sus pequeñuelos; o si atiende a las necesidades de éstos, quedará sordo a la voz de la humanidad. El casado que intentara seguir el verdadero ocultismo práctico en vez de la filosofía teórica, habría de sostener una incesante y desatentada lucha, porque continuamente vacilaría entre la voz del impersonal y divino amor a la humanidad y la del amor personal y terreno, lo cual sólo podría conducirlo al fracaso en uno u otro o tal vez en ambos deberes.

No seria esto lo peor, pues quien quiera que después de haberse comprometido en el ocultismo, ceda al halago de un amor experimentará por casi inmediata consecuencia el verse irresistiblemente atraído del divino estado impersonal al inferior plano de materia. El deleite sensual, aun sólo de pensamiento, entraña la inmediata pérdida del discernimiento espiritual. La voz del Maestro no podrá distinguirse entre la de las pasiones, como tampoco se distinguirá la de un dugpa, porque en semejantes circunstancias no es posible distinguir lo justo de lo injusto y la sana moralidad del estéril nominalismo. El fruto del Mar muerto es la más apropiada alegoría mística, porque se vuelve ceniza en los labios y acíbar en el corazón, resultando en “cada vez más profundas tinieblas, loco por sabiduría, culpable por inocencia, ansioso de éxtasis y desesperado por esperanza”.

Pero una vez engañados y después de obrar según su engaño, muchos hombres repugnan reconocer su error y se hunden más y más en el fango. Aunque de la intención deriva principalmente el que la magia sea blanca o negra, los resultados de hechicería involuntaria e inconsciente no pueden por menos de augurar mal karma. Bastante se ha dicho en demostración de que hechicería es toda especie de maligna influencia ejercida sobre otras personas, que sufren o hacen sufrir en consecuencia. El karma es una piedra que chapoteada en las tranquilas aguas de la vida, levanta ondulaciones cada vez más amplias hasta el infinito. Las causas engendradas han de producir efectos evidenciados en la justa ley de retribución.

Muchos de estos defectos podrían evitarse si las gentes se abstuviesen de prácticas cuya naturaleza e importancia desconocen.

Nadie espere sobrellevar una carga superior a sus fuerzas y facultades. Hay magos congénitos, místicos y ocultistas de nacimiento, a causa de la directa herencia de una serie de encarnaciones y siglos de sufrimientos y fracasos. Están ya a prueba de pasiones. Ningún fuego de origen terreno puede inflamar sus sentidos ni sus deseos. Ninguna voz humana halla respuesta en sus almas, excepto el ruidoso clamor de la humanidad. Son los únicos que tienen asegurado el éxito. Pero son rarísimos y pasan por las estrechas puertas del ocultismo porque no llevan la personal impedimenta de los transitorios sentimientos humanos. Se han desprendido de los efectos de la naturaleza inferior, paralizando la animalidad astral, y ante sus pasos se abre la estrecha, pero áurea puerta.

No les sucede lo mismo a quienes todavía han de llevar durante varias encarnaciones la carga de los pecados cometidos en pasadas y aun en la presente vida.  A menos que procedan con suma precaución, la áurea puerta de Sabiduría puede trasmutarse para ellos en la ancha puerta y el espacioso camino que “conduce a la perdición” y por lo tanto “muchos son los que entran por ella”. 

Esta ancha puerta es la de las artes ocultas practicadas con motivos egoístas, sin la restrictiva y benéfica influencia del Atma–Vidya.

Estamos en la edad Kali, cuya letal influencia es mil veces más poderosa en Occidente que en Oriente. De aquí las fáciles presas que las Potestades tenebrosas hacen en este ciclo de lucha, y las muchas ilusiones en que hoy día se agita el mundo, entre ellas la relativa facilidad con que los hombres se figuran que pueden llegar a la “Puerta” y cruzar el dintel del ocultismo sin grandes sacrificios. Tal es el sueño de algunos teósofos, inspirado por el afán de poderío y egoísmo personal; pero estos sentimientos no los conducirán a la ambicionada meta, pues como dijo uno de quien se cree que se sacrificó por la humanidad: “Estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida y pocos son los que la hallan”. 

Tan estrecha es, en efecto, que a la simple mención de algunas de las preliminares dificultades, los espantados candidatos occidentales vuelven la espalda y se marchan temblorosos.

Dejemos que se queden aquí, sin que su mucha flaqueza les consienta mayor intento, porque ¡ay! de ellos si al volver la espalda a la puerta estrecha, los arrastra su ansia de ocultismo a dar un paso en dirección de las anchas y halagadoras puertas del áureo misterio que centellea a la luz de la ilusión. Los conducirá a la magia negra, con seguridad de desembocar muy luego en el fatal camino del Infierno, a cuya entrada leyó el Dante estas palabras:

Per me si va nella citta dolente
Per me si va nell´eterno dolore
Per me si va tra la perduta gente.



Fragmentos de: Helena P. Blavatsky

Sobre el Karma - H.P. Blavatsky



Karma es un reparador seguro de la injusticia humana y de todas las demás faltas de la Naturaleza, y corrige los errores con estricta justicia; es una ley retributiva que recompensa y castiga con igual imparcialidad. 

Los budhistas no creen en el perdón de los pecados, excepto después de un castigo justo y adecuado por cada mala acción o pensamiento, en una encarnación futura, y una compensación proporcionada a las partes perjudicadas.

Hacerse el hombre justicia por sus propias manos, siempre es un acto de orgullo sacrílego. Karma castigará seguramente a aquel que en vez de confiar en la gran Ley la reparación, interviene por cuenta propia en el castigo, pues con ello crea una causa de recompensa para su enemigo y un castigo para sí mismo. 

Karma es la equidad absoluta que deja a cada causa, pequeña o grande, producir su inevitables efectos.



El infatigable regulador señala en cada encarnación la calidad de la que le sucede, y la suma de mérito o de demérito de las anteriores encarnaciones determina el siguiente renacimiento.


Recompensa tan infalible y ampliamente el mérito, como castiga el demérito. Es el resultado de cada acto, pensamiento y palabra, y por ello moldean los hombres su vida y acontecimientos.



La doctrina de Karma explica que nosotros mismos nos hemos hecho lo que somos, por actos anteriores; y que formamos nuestra eternidad futura con las acciones presentes. No existe otro destino fuera del que nosotros mismos determinamos. No hay salvación ni condenación alguna, excepto la que nosotros mismos nos originamos. Karma o nuestros antiguos actos, son los que nos vuelven a traer a la vida terrestre.


EL ÚNICO DECRETO DE KARMA ES LA ARMONÍA ABSOLUTA EN EL MUNDO DE LA MATERIA, ASÍ COMO EN EL DEL ESPÍRITU. No es, por lo tanto, Karma quien premia o castiga, sino nosotros los que nos recompensamos o castigamos, según trabajemos con y por la Naturaleza, obedeciendo a las leyes de las cuales depende aquella armonía o las violemos. 



El hombre es quien proyecta y crea las causas; y la ley kármica ajusta los efectos.  

Karma es una ley absoluta y eterna en el mundo de las manifestaciones..

Cada individuo, con cada acto y pensamiento diario, está creando karma bueno, malo, y está al mismo tiempo agotando en esta vida el karma producido por los actos y deseos de la anterior.

Se rechazaba el fatalismo, porque el fatalismo implica la conducta ciega de un poder más ciego aún. Pero se creía en el destino o karma que el hombre, semejante a la araña, teje hilo por hilo desde que nace hasta que muere.


 fragmentos de H.P. Blavatsky

Ocultismo metafísico, espiritual



Los diagramas no tienen otro objeto que familiarizar a los estudiantes con las ideas capitales de las correspondencias ocultas, pues la verdadera índole del Ocultismo metafísico, macrocósmico y espiritual, prohibe el empleo de figuras, y aun de símbolos, a no ser en calidad de interinos auxiliares. En cuanto se define verbalmente una idea, pierde su realidad; en cuanto se plasma una idea metafísica, queda materializado su espíritu. Las figuras deben emplearse tan sólo como peldaños para escalar la muralla, que de nada sirven luego de puesto el pie en las almenas.

            Por lo tanto, los estudiantes han de espiritualizar cuidadosamente estos Apuntes, evitando materializarlos; han de buscar siempre el más excelso significado posible, teniendo en cuenta que cuanto más se acerquen a lo material y visible en sus especulaciones sobre estos estudios, más lejos estarán de comprenderlos debidamente. Esto sucede especialmente con los primeros Apuntes y diagramas; porque, como en todas las artes verdaderas, también en Ocultismo es preciso aprender la teoría antes de que se nos enseñe la práctica.



Los estudiantes pregunta: ¿A qué tanto secreto sobre los pormenores de una doctrina, cuyo cuerpo ha sido ya revelado públicamente en el Buddhismo Esotérico y en la Doctrina Secreta?

            A esto el Ocultismo responde con dos razones:
            1ª  La totalidad de la verdad es demasiado sagrada para que se exponga a todos.
            2ª  El conocimiento de todos los pormenores y eslabones faltantes de lo exotérico es demasiado peligroso para que se ponga en manos profanas.

            Las verdades reveladas al hombre por los “Espíritus planetarios” (1) (que aparecen en la tierra como avatâras tan sólo al comienzo de cada nueva raza humana y en las uniones o finales de los dos extremos de los ciclos menor y mayor) cayeron en olvido con el tiempo, cuando los hombres se sumieron en la animalidad. Sin embargo, aunque estos instructores únicamente sólo moran en la Tierra el tiempo necesario para imprimir en las plásticas mentes de la infantil humanidad las eternas verdades que enseñan, su espíritu permanece vívido, aunque latente, entre el género humano. El pleno conocimiento de la revelación primitiva, lo han conservado siempre unos cuantos elegidos (Adeptos), que lo transmitieron de generación en generación. Según dicen los Maestros en la cartilla Ocultista:

            Esto se hace así para evitar que las eternas verdades se pierdan completamente o queden olvidadas en adelante por las generaciones futuras.


Mas aparte de esto, acecha otro peligro en la índole misma del ciclo actual; porque si bien la humanidad civilizada está celosamente protegida por sus invisibles vigilantes, los Nirmânakâyas, que velan por sus respectivas razas y naciones, se halla, no obstante, sometida por la ley del karma colectivo, al terrible influjo de los encarnados o desencarnados “Hermanos de la Sombra”, los tradicionales antagonistas de los Nirmânakâyas. Esto durará, según ya se dijo, hasta el fin del primer ciclo del Kali Yuga (1897), y unos cuantos años más allá, pues el círculo menor oscuro influye sobre el mayor. Así es que, a pesar de las precauciones tomadas, se revelan frecuentemente secretos terribles a gentes no merecedoras de ello en modo alguno, por los esfuerzos de los “Hermanos Tenebrosos” y su actuación en los cerebros humanos. Esto proviene de que, en ciertos organismos privilegiados, se abren camino las vibraciones de la verdad primitiva puestas en acción por los Espíritus Planetarios, y producen lo que llama ideas innatas la Filosofía occidental, y “relámpagos de genio” el Ocultismo. Todo lo que a las vigilantes Potestades les cabe hacer cuando se despierta tal o cual idea basada en la verdad eterna, es evitar su completa revelación.

Dos aspectos tienen las cosas de este Universo de materia diferenciada: el luminoso y el oscuroEstos dos aspectos nos conducen, en su aplicación práctica, al uso y al abuso respectivamente. Todo hombre puede llegar a ser botánico sin aparente perjuicio del prójimo; y muchos químicos expertos en la ciencia, saben que hay sustancias que igualmente pueden curar que matar.

El karma individual o colectivo impide a los hermanos de la luz realizar todo el bien que podrían; el colectivo esfuerzo de las “Piedras” de la “Muralla protectora de la Humanidad” no deja que los “Hermanos de las Tinieblas” acaben su nefasta obra.

Pero ¡ay! del egoísta que trate de educir facultades ocultas con el único fin de lograr beneficios materiales y satisfacer venganzas o ambiciones. La separación del Yo superior de los principios inferiores, y el apartamiento de Buddhi-Manas de la personalidad tántrica, serán las rápidas y terribles consecuencias kármicas de la Magia Negra.



fragmentos de DOCTRINA SECRETA
H.P. BLAVATSKY

LOS DRUIDAS Y EL FINAL DE LOS MISTERIOS EN EUROPA



A los golpes del conquistador macedonio, sonó en el reloj de las razas la primera campanada de las horas de la desaparición de los misterios. Las últimas campanadas empezaron a sonar el año 47 antes de J. C.

            Alesia (1), la Tebas de los celtas, tan famosa por sus ritos de iniciación y por sus misterios, fue, según la describe Ragon:

            La antigua metrópoli, tumba de la iniciación druídica y de la libertad de las Galias (2).

            En el primer siglo de nuestra era sonó, pues, la última hora de los misterios. La historia nos muestra las Galias centrales sublevadas contra el yugo de Roma. El país quedó sujeto a César, y fue aplastada la revuelta, cuyo resultado fue el degüello y exterminio de los habitantes de Alesia, incluso el colegio sacerdotal de los druidas con todos sus neófitos; después de lo cual toda la ciudad fue saqueada y arrasada.

            Algunos años más tarde pereció la no menos famosa ciudad de Bibractis, cuyo fin describe Ragon en estos términos:

            Bibractis, madre de las ciencias, émula de Tebas, Menfis y Roma, alma de las primitivas naciones de Europa, era ciudad famosa por su colegio sagrado de druidas, su cultura y sus escuelas en donde 40.000 alumnos aprendían filosofía, literatura, gramática, jurisprudencia, medicina, astrología, arquitectura y ciencias ocultas. Tenía un anfiteatro circuído de colosales estatuas, capaz para cien mil espectadores, un capitolio, templos de Jano, Plutón, Proserpina, Júpiter, Apolo, Minerva, Cibeles, Venus y Anubis. En el centro de la ciudad estaba la naumaquia con su gran estanque de construcción increíble, a propósito para simulacros navales. También poseía un Campo de Marte, acueducto, fuentes, baños públicos, y murallas levantadas en los tiempos heroicos (3).


            Tal era la ciudad de la Galia en donde murieron para Europa los secretos de las iniciaciones en los grandes misterios de la Naturaleza, y en sus olvidadas verdades. César quemó los volúmenes de la famosa biblioteca de Alejandría (4); pero la Historia, que vitupera la vandálica fechoría del general áraba Amrús, que completó la siniestra obra del gran conquistador, no tiene para éste ni una frase de oprobio, a pesar de que fue el incendiario de Alejandría y el destructor de casi la misma cantidad de preciosos documentos en Alesia y Bibractis. El caudillo galo Sacrovir se sublevó contra el despotismo de Roma en el reinado de Tiberio; pero completamente vencido por Silio, el año 21 de nuestra era, fue quemado vivo con sus principales secuaces ante las puertas de Bibractis que los vencedores entregaron después a las llamas, sin perdonar todos sus tesoros de literatura y de ciencias ocultas. De esta majestuosa antigua ciudad, hoy Autun, quedan algunos monumentos, como los templos de Jano y Cibeles.

Prosigue -Ragon:

Así acabó la civilización celto-gálica. Subsistió Roma; pero sólo tuvo los misterios menores, sombras de las ciencias ocultas. La gran iniciación se había extinguido.


Los druidas de la Gran Bretaña practicaban la magia divina en las silentes criptas de sus profundas cavernas; y Plinio dedica más de un capítulo (26) a la “sabiduría” de los caudillos celtas. Los semotis o druidas gálicos enseñaban ciencias físicas y espirituales y exponían los secretos del universo, el armónico movimiento de los cuerpos celestes, la formación de la tierra y, sobre todo, la inmortalidad del alma (27). En sus sagrados bosques, semejantes a naturales academias edificadas por el invisible Arquitecto, se reunían los iniciados a la silenciosa hora de la media noche, para aprender el pasado y el porvenir del hombre (28). No necesitaban luz artificial para alumbrar sus templos, porque la casta diosa de la noche enviaba sus plateados rayos sobre las cabezas ceñidas de roble; y los bardos de blancas vestiduras, sabían conversar con la solitaria reina de la bóveda estrellada (29).


DOCTRINA SECRETA -H.P. BLAVATSKY

Karma, ciclos y destino


La cuestión es la siguiente: ¿Ocupan algún lugar o tienen alguna relación directa con la vida humana esas misteriosas divisiones del tiempo llamadas Yugas y Kalpas por los indos, y tan gráficamente..., ciclos, anillos o círculos por los griegos? Hasta la filosofía exotérica explica que estos círculos perpetuos del tiempo vuelven constantemente sobre sí mismos, de un modo periódico e inteligente, en el Espacio y la Eternidad. Hay “Ciclos de Materia” (4), hay “Ciclos de Evolución Espiritual” y Ciclos de raza, nacionales e individuales. 


            Esta idea está admirablemente expresada en una obra científica muy hábil.

            La posibilidad de elevarse a la comprensión de un sistema de coordinación que sobrepuja en el tiempo y el espacio todo límite de observaciones humanas es una circunstancia que señala el poder del hombre para trascender las limitaciones de la mutable e inconsecuente materia, y afirma su superioridad sobre todas las formas insensibles y perecederas del ser. Hay en la sucesión de los acontecimientos, y en la relación de las cosas coexistentes, un método de que la mente del hombre se apodera; y por este medio como clave va hacia atrás o hacia adelante sobre eones de historia material que la experiencia humana no puede atestiguar nunca. Los acontecimientos germinan y se desarrollan. Tienen ellos un pasado que está relacionado con su presente, y sentimos una confianza justificada de que hay un futuro que de un modo semejante se encontrará relacionado con el presente y el pasado. Esta continuidad y unidad de la historia se repiten ante nosotros en todos los estados concebibles de progreso. Los fenómenos nos proporcionan los fundamentos para la generalización de dos leyes que son verdaderamente principios de adivinación científica, sólo por las cuales penetra la mente humana en los sellados anales del pasado y en las páginas sin abrir del futuro. La primera de éstas es la ley de la evolución, o parafraseándola para nuestro objeto, la ley de sucesión correlacionada, o historia organizada en lo individual, ilustrada en las fases cambiantes de cada sistema separado que hace madurar resultados... Estos pensamientos acumulan ante nosotros el pasado inmensurable y el futuro sin medida de la historia material. Parecen ellos abrir casi perspectivas a través del infinito, y dotar a la inteligencia humana de una existencia y de una visión exentas de las limitaciones del tiempo, del espacio y de la causación finita, elevándola hacia una sublime concepción de la Inteligencia Suprema, cuyo lugar de morada es la eternidad (5).


            Sí; “¡nuestro destino está escrito en las estrellas!” Sólo que cuanto más estrecha sea la unión entre el reflejo mortal Hombre y su Prototipo Celestial, tanto menos peligrosas son las condiciones externas y las reencarnaciones subsiguientes - a las que ni Buddhas ni Cristos pueden escapar. Esto no es superstición, ni mucho menos es fatalismoEl último implica el curso ciego de un poder aún más ciego, mientras que el hombre es un agente libre durante su estancia en la tierra. No puede él escapar a su Destino dominante, pero puede elegir entre dos senderos que le conducen en aquella dirección, y puede él llegar al pináculo de la desgracia -si tal le ha sido decretado-, ya sea con los blancos ropajes de nieve del mártir, o con las manchadas vestiduras de un voluntario de los procedimientos inicuos; porque hay condiciones externas e internas que afectan a la determinación de nuestra voluntad sobre nuestras acciones, y en nuestro poder está el seguir cualquiera de los dos senderos. Aquellos que creen en Karma tienen que creer en el Destino que cada hombre, desde el nacimiento a la muerte, teje hilo por hilo alrededor de sí mismo, como una araña su tela; y este Destino es guiado bien sea por la voz celeste del invisible Prototipo exterior a nosotros, o bien por nuestro más íntimo astral, u hombre interno, que demasiado a menudo es el genio del mal de la entidad encarnada llamada hombre. Ambos guían al hombre externo, pero uno de los dos tiene que prevalecer; y desde el principio mismo de la invisible querella, la inflexible e implacable Ley de Compensación interviene y sigue su curso, acompañando fielmente a las fluctuaciones de la lucha. Cuando está tejido el último hilo, y el hombre está aparentemente envuelto en la malla que él ha hecho, se encuentra por completo bajo el imperio de este Destino por él mismo formado. Éste, entonces, o bien  lo fija a manera de concha inerte contra la inmóvil roca, o lo lleva como pluma en un torbellino levantado por sus propias acciones, y esto es Karma.*

Karma-Némesis guarda a los buenos y vela sobre ellos en esta vida así como en las futuras, y castiga al malvado, por tanto tiempo, como tarde en desaparecer el efecto causado por la perturbación aun del más diminuto átomo en el mundo infinito de la Armonía. 

Con nuestras propias manos trazamos diariamente las numerosas tortuosidades de nuestros destinos.

Karma-Némesis no es otra cosa que el efecto espiritual dinámico de causas producidas y de fuerzas puestas en actividad por nuestras propias acciones. 

Tampoco serían los procesos de Karma inexcrutables si los hombres trabajasen en unión y armonía, en lugar de la desunión y la lucha.

Hasta entonces los únicos paliativos para los males de la vida son la unión y la armonía, una Fraternidad in actu, y el Altruismo no únicamente de nombre. La supresión de una sola causa mala suprimirá no uno, sino muchos males efectos.

La unidad de pensamiento y acción, y las investigaciones filosóficas en los misterios del ser, siempre impedirían a algunas personas que tratan de comprender, el crear causas adicionales de desdicha en un mundo tan lleno ya de mal y de dolor. 

Porque la humanidad ha cerrado siempre los ojos a la gran verdad de que el hombre es por sí su propio salvador y su propio destructor.



*KARMA: LA LEY DE RETRIBUCIÓN INFALIBLE



Doctrina Secreta- fragmentos
Helena P. Blavatsky