La Unidad de la Deidad


El puro y simple esoterismo no habla de un Dios personal; y por esto se nos tilda de ateos. Pero en realidad, la Filosofía oculta se basa en la ubicua presencia de Dios, de la Divinidad  Absoluta;  y  aunque  sobre  lo  Absoluto  no  especulamos,  por  ser sagrado  e incomprensible a la inteligencia finita, toda la Filosofía esotérica se funda, sin embargo, en  los  poderes  de  la  Divinidad  como  Fuente  de  cuanto  vive,  alienta  y  existe.  Las religiones antiguas demostraban lo uno por medio de lo vario. En Egipto, India, Caldea, Fenicia,  y  finalmente  en  Grecia,  las  ideas  acerca  de  la  Deidad  se  expresaban  por múltiplos de tres, cinco y siete; y además, por ocho, nueve y doce dioses mayores, que simbolizaban los poderes y atributos de la única y sola Divinidad. Esto se relacionaba con  esa  infinita  subdivisión  por  números  irregulares  y  especiales  a  que  sometían  a  su Divinidad  única,  los  metafísicos  de  aquellos  pueblos.  De  esta  manera  constituido,  el ciclo  de  los  dioses  tenían  todas  las  cualidades  y  atributos  de  lo  Único  supremo  e incognoscible;  porque  en  este  conjunto  de  divinas  personalidades,  o  más  bien  de símbolos  personificados,  mora  el  Dios  único,  el  Dios  uno,  el  Dios  de  quien  dicen  los indos que no tiene segundo. 

¡Oh   Dios   Ani!   [Sol  espiritual],   Tú   resides   en   la   aglomeración   de   tus  divinas personificaciones 243. 

Estas palabras indican que los antiguos creían que toda manifestación procede de la misma  única  Fuente,  que  todo  emana  del  idéntico  Principio  que  sólo  puede desenvolverse completamente en los colectivos agregados de sus emanaciones. El  pleroma  de  Valentino  es  equivalente  al  espacio  de  la  Filosofía  oculta;  porque pleroma  significa  “plenitud”,  las  regiones  superiores.  Es  la  suma  total  de  las  divinas manifestaciones  y  emanaciones,  que  denotan  la  plenitud o  totalidad  de  los  rayos procedentes  del  uno  que  se  diferencian  en  todos  los  planos  y  se  transforman en potestades divinas, llamadas ángeles y espíritus planetarios por los filósofos de todas las  naciones.  

Todos estos conceptos entonan, en diferentes épocas y en distintos idiomas, el sublime canto de los papiros egipcios de miles de años atrás, según se nos enseña: 

Los dioses te saludan y te adoran, ¡oh inescrutable y única Verdad!

Y dirigiéndose a Ra, añaden:

Los dioses se prosternan ante tu majestad, loan las almas de los que los engendraron...

y te  dicen: 

Paz  a  todas  las  emanaciones  del  Padre  inconsciente  de  los  dioses...Tú engendras los  seres.  Nosotros  adoramos  las  almas  que  emanan  de  Ti.  ¡Oh  Desconocido!  Tú  nos engendraste,  y  así  Te  loamos  adorando  a  las  almas–dioses  que  de  Ti  descienden  y  en nosotros viven.

Por esto se dijo:“No sabéis que sois templo de Dios y que el espíritu de Dios mora en vosotros” 244

244 San Pablo I, Corintios, III, 16.



fragmentos de DOCTRINA SECRETA
H.P.BLAVATSKY

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