La "revelación primitiva" se conserva todavía...

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Las Estancias preliminares darán motivo a una de las mayores, y quizás más seria objeción de  las  que  pueden  hacerse,  en  contra  de  la  corrección  de  la  obra  y  de  la confianza  que merezca.  ¿Cómo  pueden  comprobarse  las  declaraciones  contenidas  en ellas?  A  la  verdad, aunque  la  mayor  parte  de  las  obras  sánscritas,  chinas  y  mongolas citadas en los volúmenes presentes,  son  conocidas  por  algunos  orientalistas,  la  obra principal,  aquella  de  la  cual  las Estancias  han sido  tomadas,  no  figura  en  las bibliotecas  europeas.  El  LIBRO  DE  DZYAN (o DZAN) es completamente desconocido a nuestros filólogos, o al menos ninguno de ellos ha  oído  hablar  de  él bajo  este  nombre.  Esto  es,  sin  duda  alguna,  un  grave  obstáculo  para todos  aquellos que  siguen  los  métodos  de  investigación  prescriptos  por  la  ciencia  oficial; pero  para los  estudiantes de Ocultismo y para  todo  ocultista  verdadero, esto tendrá  poca importancia.   El   cuerpo   principal   de   las   doctrinas   dadas,   se   encuentra  esparcido  en centenares  y  aun  millares  de  manuscritos  sánscritos,  algunos  ya  traducidos,  y  como de costumbre  desfigurados  en  sus  interpretaciones,  y  otros  esperando  todavía  que les  llegue  el turno. Todo hombre de ciencia, por lo tanto, tiene medios de comprobar las afirmaciones y la mayor parte de las citas que se hacen. Será difícil encontrar la procedencia de unos pocos hechos  nuevos  (nuevos únicamente  para  el  Orientalista profano),  así  como  la  de  algunos pasajes de los Comentarios que se citan. Varias de las enseñanzas también han sido hasta la fecha transmitidas oralmente; pero aun estas mismas, hállanse en todo caso indicadas en los casi innumerables  volúmenes   de la  literatura   de   los   templos   brahmánicos,   chinos   y tibetanos. Sea como fuese, y cualquiera que sea la suerte reservada a la autora por parte de la crítica malévola, un hecho es por lo menos completamente cierto. Los miembros de varias escuelas esotéricas, cuyo  centro  se  halla  más  allá  de  los  Himalayas  y  cuyas  ramificaciones pueden encontrarse en China, Japón, la India, el Tíbet y hasta en Siria, como también en la América del  Sur,  aseguran  que  tienen  en  su  poder  la suma  total de  todas  las  obras  sagradas  y filosóficas, tanto manuscritas como impresas, de hecho todas las obras que se han escrito, en cualesquiera lenguajes  o  caracteres,  desde  que comenzó  el  arte  de  la  escritura,  desde  los jeroglíficos ideográficos, hasta el alfabeto de Cadmo y el Devanâgari. Constantemente  han  afirmado  que  desde  la  destrucción  de  la  Biblioteca Alejandrina, [Véase Isis sin Velo, vol. II.]todas las obras que por su carácter hubieran podido conducir a los profanos al descubrimiento final y comprensión de alguno de los misterios de la Ciencia Secreta,   han   sido   buscadas   con  diligencia,  gracias  a  los  esfuerzos  combinados de  los miembros de  estas  Fraternidades.  Y  añaden  además  aquellos  que  lo  saben,  que una  vez encontradas  todas  estas  obras  fueron  destruidas,  salvo  tres  ejemplares  de cada  una  que fueron  guardados  cuidadosamente.  En  la  India,  los  últimos  de  estos inestimables manuscritos, fueron guardados en un sitio oculto durante el reinado del Emperador Akbar.[El profesor Max Müller declara que ni el soborno ni las amenazas de Akbar fueron capaces de arrancar a los brahmanes el texto original de los Vedas, y sin embargo, se  jacta de que los orientalistas  europeos  lo  poseen (Introduction  to  the  Science  of  Relígion, pág.  23).  Es  muy dudoso  que  Europa  posea el  texto  completo,  y  quizás  reserve  el  porvenir  sorpresas  muy desagradables para los orientalistas.] Se afirma también que todos los libros sagrados de esta especie, cuyo texto no se hallaba suficientemente velado por el simbolismo, o que contenía referencias directas a los antiguos misterios, fueron en primer término cuidadosamente copiados en caracteres criptográficos, tales como para desafiar el arte del más hábil de los paleógrafos, y destruidos después hasta el último  ejemplar.  Durante  el reinado  de  Akbar,  algunos  cortesanos  fanáticos,  disgustados por  la  pecaminosa curiosidad  del  Emperador  hacia  las  religiones  de  los  infieles,  ayudaron por  sí  mismos a  los  brahmanes  a  ocultar  sus  manuscritos.  Uno  de  aquéllos  fue  Badâonî,  el cual experimentaba  un horror  no  disimulado hacia  la  manía  de  Akbar  por  las  religiones idólatras.[Escribe  Badâonî  en  su Muntakhab  at  Tawârikh:Como  ellos  (los  Shrâmanas  y Brahmanes) sobrepujan a todos los hombres sabios en sus tratados de moral y sobre ciencias físicas  y  religiosas,  y  alcanzan  un  altísimo  grado  en  su conocimiento  del  porvenir,  en  su poder espiritual y en la perfección humana, han presentado pruebas fundadas en razones y en  testimonios...y han inculcado sus doctrinas  tan  firmemente... que  ningún  hombre... podía  ser  capaz  de  dar  lugar  a  que  Su Majestad  dudase,  aun  cuando  las  montañas  se convirtiesen  en  polvo,  o  se  desgarraran  de pronto  los  cielos... S.  M.  se  permitió  entrar  en averiguaciones  referentes  a  las  sectas  de estos  infieles,  que  no  pueden  ser  contados,  dado  lo numerosos  que  son,  y  que  poseen  un sinfín  de libros  revelados. Esta  obra «se  conservó  en secreto,  y  no  fue  publicada  hasta  el  reinado  de  Jahângîr».(Aim  i  Akbâri, traducido  por  el Dr. Blochmann, citado por Max Müller, ob. cit.)] Además, en todas las grandes y ricas Lamaserías existen criptas subterráneas y bibliotecas en cuevas excavadas en la roca, siempre que los Gonpa y Lhakhang se hallen situados en las montañas. Más allá del Tsaydam occidental, en los solitarios pasos de Kuen-lun[montañas de  Karakorum,  Tibet  Occidental],  existen  varios  de  estos  sitios  ocultos.  A  lo  largo  de  las cumbres... cuyo suelo no ha llegado a pisar todavía planta alguna europea, existe una reducida  aldea  perdida  en  una  garganta  profunda.  Es  un  pequeño  grupo  de  casas,  más bien  que  un  monasterio,  con  un  templo  de  miserable  aspecto,  y  un  Lama  anciano,  un ermitaño,  que  vive  próximo  a  él  para  estar  a  su  cuidado.  Dicen  los  peregrinos  que  sus galerías y aposentos subterráneos contienen una colección de libros, cuyo número, según las cifras que se citan, es demasiado grande para poder colocarse ni aun en el Museo Británico.[Según  la  misma  tradición,  las  regiones  en  la actualidad  desoladas  y  áridas  del  Tarim(un verdadero  desierto  en  el  corazón  del  Turkestán)  estaban  cubiertas  en  la antigüedad  de ciudades  ricas  y  florecientes.  Hoy  apenas  algunos  verdes  oasis  rompen la  monotonía  de  su terrible soledad. Uno de ellos, que alfombra el sepulcro de una enorme ciudad, enterrada en el  suelo  arenoso  del  desierto,  no  pertenece  a  nadie, pero  es  visitado  con  frecuencia  por mongoles  y  buddhistas.  La  tradición  habla también  de  inmensos  recintos  subterráneos,  de anchas  galerías  llenas  de  ladrillos  y cilindros. 


La imagen puede contener: océano, montaña, cielo, exterior, naturaleza y aguaCon  excepción  de  estos  más  que  dudosos  fragmentos,  toda  la  literatura sagrada de los caldeas ha desaparecido de la vista de los profanos, tan por completo como la perdida Atlántida.  Unos  pocos  hechos  que  se hallaban  contenidos  en  la Historia  de  Beroso  se declararán más adelante y podrán arrojar gran luz acerca del verdadero origen de los Ángeles Caídos, personificados por Bel y el Dragón. Volviendo ahora al más antiguo modelo de la literatura aria, el Rig Veda, se encontrará el estudiante,  siguiendo  estrictamente  los  datos  suministrados  por  los mismos  orientalistas, que  aunque  el Rig  Veda contiene  sólo  unos  10.580  versos,  o 1.028  himnos,  no  se  ha comprendido  correctamente  hasta  hoy,  a  pesar  de  los Brâhmanas y  de  la  masa  de  glosas  y comentarios.   ¿Y   por   qué?  Evidentemente   porque los Brâhmanas, «los  tratados  más antiguos  y  escolásticos  acerca  de  los  primitivos himnos», requieren  ellos  mismos  una  clave, que no han logrado encontrar los orientalistas. ¿Qué  dicen  los  sabios  por  lo  que  hace  a  la  literatura  buddhista?  ¿Han  conseguido obtenerla  completa?  No,  seguramente.  

Ni por  un  momento  parecen conceder la posibilidad de que los textos estén perdidos solamente para el Occidente y para ellos;  o  que  los  pueblos  asiáticos  posean  la  no igualada  entereza  de  conservar  sus  más sagrados anales fuera del alcance de los extranjeros, rehusando entregarlos a la profanación y al mal empleo, aun de razas tan«excesivamente superiores»a ellos mismos.

Tampoco  tiene  la  moderna  ciencia  de  la  mitología  comparada, argumento  alguno mejor  que  oponer  a  la  aseveración  de  los  eruditos  escritores  que, durante  el  siglo  pasado, insistieron en que debían de haber existido «fragmentos de una revelación primitiva hecha a  los  antecesores  del  género  humano... conservados en  los  templos  de  Grecia  y  de  Italia». Esto   es   precisamente   lo   que   todos   los   Iniciados y  panditas   orientales   han   venido proclamando  ante  el  mundo  de  tiempo  en  tiempo.Y  mientras que  un  eminente  sacerdote cingalés  aseguró  a  la  que  esto  escribe,  que  era cosa  bien sabida  que  los  principales tratados buddhistas,  pertenecientes  al  canon sagrado, permanecían  guardados en  países y lugares inaccesibles  a  los  panditas europeos, el  llorado Svámi  Dayânand  Saravastî,  el  sanscritista  más grande  de  su época  en  la  India,  declaró  a  algunos  miembros  de  la  Sociedad  Teosófica  el mismo hecho, con respecto a antiguas obras brahmánicas. Cuando se le dijo que el profesor Max  Müller  había  manifestado  a  los  oyentes  de  sus Discursos,  que  la  teoría  de «que ha existido  una  revelación  primitiva y  sobrenatural,  hecha  a  los  padres  de  la  raza humana, encuentra hoy pocos sostenedores», aquel hombre, tan santo como sabio, se echó a reír. Su contestación  fue  significativa:  «Si  Mr.  Moksh  Mooller  (así pronunciaba  el  nombre)  fuera un  brahmán  y  viniese  conmigo,  podría  llevarle  a  una caverna gupta (una  cripta  secreta), ...  en  los  Himalayas,  en  donde pronto  encontraría  que  lo  que  ha cruzado  el  Kâlapâni  (las  negras  aguas  del  Océano), desde  la  India  a  Europa,  eran sólo fragmentos  de  copias  desechadas  de  algunos pasajes  tomados  de  nuestros  libros  sagrados. Ha existido  una «revelación  primitiva» se  conserva  todavía;  y  no  se  perderá  para  el  mundo, sino que reaparecerá; aunque, por supuesto, los Mlechchhas tendrán que aguardar». Habiéndosele  interrogado  acerca  de  este  punto,  no  quiso  decir  más.  Esto  ocurría  en Meerut en 1880.

Entre estos verdes oasis existen algunos  por completo  inaccesibles,  aun  para  los  indígenas  profanos  que  viajan  por  el  país. Los huracanes pueden «arrebatar las arenas y cubrir llanuras enteras»; pero son impotentes para destruir lo que está fuera de su alcance. Los subterráneos construidos en las entrañas de la  tierra,  aseguran  los  tesoros  allí  encerrados;  y  como las  entradas  se  hallan  ocultas,  no  hay peligro  de  que  nadie  los  descubra,  aun  cuando varios  ejércitos  invadiesen  los  arenosos desiertos, en donde ni pozo, ni arbusto, ni vivienda se divisan.Y la cordillera forma una áspera defensa En torno de las áridas llanuras del desierto...Mas no es necesario enviar al lector al través del desierto, puesto que las mismas pruebas en  favor  de  la  existencia  de  antiguas  civilizaciones  se  encuentran  en  puntos relativamente poblados de aquella región.

La Doctrina Secreta fue la religión universalmente difundida del mundo antiguo  y  prehistórico.  Las  pruebas  de su difusión,  los  anales  auténticos  de  su historia, una serie completa de documentos que demuestran su carácter y su presencia en todos los países, juntamente  con  las  enseñanzas  de  todos  sus  grandes Adeptos,  existen  hasta  hoy  en  las criptas secretas de las bibliotecas pertenecientes a la Fraternidad Oculta. Esta  afirmación  se  acredita  con  los  hechos  siguientes:  la  tradición  de  los  millares  de pergaminos  antiguos  salvados  cuando  la  Biblioteca  Alejandrina  fue  destruida;  los millares de  obras  sánscritas  desaparecidas  en  la  India  durante  el  reinado  de  Akbar;  la tradición universal  existente, tanto  en  la  China  como  en  el  Japón,  de  que  los verdaderos  textos antiguos  con  los  comentarios  que  únicamente  pueden  hacerlos inteligibles,  y  que  suman muchos  miles  de  volúmenes,  hace  mucho  tiempo  que  están fuera  del  alcance  de  manos profanas;  la  desaparición  de  la  vasta  literatura  sagrada  y oculta  de  Babilonia;  la  pérdida  de las  claves  que  podrían  únicamente  resolver  los  mil enigmas  contenidos  en  los  anales  de  los jeroglíficos  egipcios;  la  tradición  existente en  la  India  de  que  los  verdaderos  comentarios secretos,  únicos  que  pueden  hacer inteligibles  los Vedas,  aunque  no  son  visibles  para  los profanos, están a disposición del Iniciado, ocultos en cuevas y criptas secretas; y la idéntica creencia de los buddhistas, por lo que hace a sus libros sagrados.

No es culpa de los iniciados que tales documentos estén hoy «perdidos»para el profano, ni  ha  sido  su  conducta  aconsejada  por  el  egoísmo,  o  por  deseo  alguno  de monopolizar  el sagrado  saber  que  da  la  vida.  Había  algunas  partes  de  la  Ciencia Secreta  que  debían permanecer ocultas a los profanos durante edades sin cuento. Mas  esto  era  debido  a  que  el  comunicar  a  la  multitud  secretos  de  una  importancia tan tremenda,  sin  estar  preparada  para  ello,  hubiera  sido  equivalente  a  entregar  a  un niño  una vela encendida y meterle en un polvorín.

Los   documentos   se   ocultaron,   es   verdad;   pero   nunca   hicieron   un   secreto   ni del conocimiento  mismo,  ni  de  su  existencia  real,  los  Hierofantes  del  Templo,  en  el  cual siempre  han  sido  los  MISTERIOS  una  disciplina  y  un estímulo  para  la  virtud.  Éstas son novedades bien antiguas, y repetidas veces fueron dadas a conocer por los grandes Adeptos, desde Pitágoras y Platón, hasta los neoplatónicos.

Queda   todavía   lo   suficiente,   aun   entre   estos   documentos mutilados,   para autorizarnos  a  decir  que  hay  en  ellos  toda  la  prueba  que  se  requiere para  demostrar  la existencia  efectiva  de una  Doctrina  Matriz.  Se  han  salvado  de  los cataclismos  geológicos  y políticos  bastantes  fragmentos  para  narrarnos  la  historia;  y todos  los  que  sobreviven, demuestran  hasta  la  saciedad  que  la  actual  Sabiduría Secreta  fue  en  un  tiempo  la  fuente original, la corriente perenne siempre fluyendo,de la cual se alimentaban los riachuelos (las religiones  posteriores  de  todos  los pueblos),  desde  la  primera  hasta  la  última.  Este  período que comienza con Buddha y Pitágoras y termina con los neoplatónicos y los gnósticos, es el único foco que nos muestra la historia, donde por última vez convergen brillantes rayos de luz emanados de edades remotísimas, y no obscurecidos por el fanatismo. "


H.P. Blavatsky
Doctrina Secreta-fragmentos

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