EL SEMBRADOR

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El Sembrador
(San Mateo, capítulo XIII; reproducido en San Marcos, capítulo IV, y en San Lucas,
capítulo VIII)
1. En aquel día, saliendo Jesús se sentó en la orilla del mar.28
2. Y se llegaron a él muchas gentes, por manera que entrando en un barco se
sentó en él, quedando toda la gente en pie en la ribera.29
3. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: “He aquí que salió un sembrador a sembrar.
4. “Y cuando sembraba, cayeron algunas semillas junto al camino y vinieron las aves del cielo y se las comieron.
5. “Otras cayeron en lugares pedregosos en donde no tenían mucha tierra, naciendo al punto por lo mismo que no tenían tierra profunda.
6. “Mas en saliendo el Sol, se secaron y quemaron porque no tenían raíz.
7. “Otras cayeron entre espinas y, creciendo las espinas, quedaron ahogadas.
8. “Y otras, cayendo en tierra buena, rindieron, al fin, su fruto: una a ciento, otra a sesenta y otra a treinta.
9. “El que tenga oreja para oír, que oiga.”
10. Mas los discípulos, llegándose a él, le dijeron: “¿Por qué les hablas por parábolas?”
11. A lo que el Maestro les respondió: “Porque a vosotros tan sólo os es dado el saber de los misterios del reino de los cielos cosa que aún no les es dado a ellos.
12. “Pues al que tiene, a ése se le dará y tendrá más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
13. “Por eso les hablo por parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.
14. “Cumpliéndose en ellos la profecía de Isaías que dice: ‘Vuestro oído oirá y no entenderéis, y vuestro ojo verá y no veréis’.30
15. “Porque el corazón de este pueblo se ha hecho más grosero y ha cerrado sus ojos para no ver y tapado sus orejas para no oír, y apartado de mí su corazón para no ser convertidos ni sanados.31
16. “Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ya ven, y vuestros oídos, porque ya oyen.
17. “Vosotros, pues, oíd la palabra del que siembra.
18. “Cualquiera que escucha la palabra del reino de Dios y no la entiende, viene el malo y arrebata lo que se sembró en su corazón: éste es el que fue sembrado junto al camino.
19. “Mas el que fue sembrado sobre las piedras, éste es el que oye la palabra, y por el pronto la recibe con gozo.
20. “Pero no tiene en sí raíz, antes es de poca duración, y cuando le sobreviene tribulación y persecución por la palabra, se escandaliza luego.
21. “Y el que fue sembrado entre las espinas, éste es el que oye la palabra, pero los cuidados de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra y queda infructuosa.
22. “Y el que fue sembrado en tierra buena, éste es el que oye la palabra y la, entiende y lleva fruto: y uno lleva a ciento, otro a sesenta y otro a treinta.”


COMENTARIO
La parábola que antecede es una de las más elocuentes pruebas que tiene la Teosofía para demostrar que, tras la religión cristiana vulgar o conocida, existe una Doctrina Secreta o “Misterios iniciáticos cristianos”, análogos a los de las demás religiones positivas y cuya enseñanza se reservaba para los “elegidos” “místicos” o “discípulos”.

Uno, en efecto, era el paganismo de las masas y otro bien distinto el de los iniciados en los misterios de Eleusis, como Cicerón y Séneca; una, la enseñanza de Buddha a las multitudes y otra la purísima enseñanza que reservara para sus discípulos o arats; una, la enseñanza exotérica o externa dada a los profanos por Pitágoras acerca de la estabilidad de la Tierra, y otra la esotérica o interna en la que el adepto de Samos revelaba a sus acusticoi “la verdadera doctrina heliocéntrica”, o de la rotación y traslación de la Tierra en torno del Sol, que Copérnico y Galileo descubrieron después. El mismo Pablo, el gran iniciado cristiano, decía por ello en varias de sus epístolas, que a los hombres de carne les enseñaba a Cristo y su resurrección (doctrina exotérica), mientras que a los ya iniciados les adoctrinaba en el Logos, la Palabra Divina encarnada en el Cosmos (doctrina esotérica) y también que él sólo hablaba “sabiduría” entre los perfectos, porque la semilla arrojada en campos no preparados estaba fatalmente condenada a su destrucción; pues los tesoros del reino de Dios, como decía Jesús, no pueden ser dados a los cerdos, o, en fin, porque con arreglo al famoso aforismo, quien da su propio tesoro (secreto iniciático) a otros, se roba a sí mismo, según la historia todas las grandes revelaciones tiene comprobado hace tiempo. 


28 Es decir, se puso a predicar como el Oanes o Dag6n caldeo, desde la orilla del mar. Para los demás detalles relativos al origen y simbolismo de este gran instructor, véase el mito de Proteo en cualquier Enciclopedia.
29 Esto, por supuesto, es puro símbolo. Se trata aquí de la eterna nave que, cual la de Lutecia, “fluctúa, pero no se sumerge”. Acerca de esta nave emblemática que flota sobre las aguas astrales de la destrucción y del pecado, existen infinidad de mitos
30 Esto es, a nuestro juicio, alusión directa al gran pecado de la calda de la Atlántida, al perder el hombre el uso del tercer ojo: el ojo de la intuición y de la doble vista. Los detalles relativos a esta terrible transformación a partir de la cual somos aquí abajo verdaderos ciegos con ojos que, viendo, no ven, pueden leerse en La doctrina secreta, de H.P. B.
31 He aquí una coincidencia perfecta con el famoso mito de Isabeau, Isabel o Isis la Hermosa, que describimos en la Introducción de esta BIBLIOTECA.— El Tesoro de los lagos de Somiedo’ 


FRAGMENTO DE POR EL REINO ENCANTADO DE MAYA

MARIO ROSO DE LUNA

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